LA TOLERANCIA
Aprender a ser tolerante es aprender a convivir: salir del etnocentrismo y conocer otras formas de hacer y de vivir; aprender el respeto por otras culturas, ambientes sociales, religiosos, étnicos.
Educar en la
tolerancia es poner las bases para construir una sociedad sin barreras.
La tolerancia es
la admisión del otro con la aceptación de la diferencia. Aprender a ser
tolerante es aprender a convivir: salir del etnocentrismo y conocer otras
formas de hacer y de vivir; aprender el respeto por otras culturas, ambientes
sociales, religiosos étnicos, etc.
Cuando se habla
de intolerancia se piensa generalmente en las distintas manifestaciones del
racismo; sin embargo, la intolerancia no lo es sólo por razones étnicas:
cualquier diferencia con el otro puede ser motivo de discriminación.
Diferencias
fundamentales.
1. De carácter
cultural o étnicas.
2. De carácter
social: nivel económico, social, intelectual.
3. Religiosas.
4. Físicas o
fisiológicas: edad, sexo, enfermedad, etcétera.
El riesgo hacia
la intolerancia no debemos buscarlo fuera de nuestra cultura ni de nuestra
casa; alguien muy cercano a nosotros puede estar sufriendo por nuestros
prejuicios. Pensemos en nuestras ideas y actitudes hacia los que consideramos
Adistintos@: los marginados, los homosexuales, los jóvenes, los enfermos de
Sida, los enfermos mentales, etc.; y un sin fin de grupos relegados por una u
otra razón.
Raíces de la
intolerancia.
Para responder
la pregunta de si somos tolerantes debemos conocer cuáles son nuestras
percepciones sobre los otros, analizar a qué valores corresponden y hasta qué
punto se responden con la realidad. Nuestras percepciones, en muchas ocasiones,
se transforman en estereotipos, prejuicios y racismo.
Entendemos por:
Percepciones:
Las ideas, atribuciones y creencias previas que tenemos de los demás en
referencia a nosotros mismos como miembros de un grupo determinado.
Estereotipos:
Imagen mental simplificada de los miembros de un grupo que se comparte por una
mayoría y que refleja unos rasgos. Se atribuyen a una persona por el hecho de
pertenecer a ese grupo y sin valorar sus individualidades. Los estereotipos son
difíciles de modificar, generalizar unas valoraciones desde una realidad
simplificada, orientan unas expectativas y un tipo de actuación. Los
estereotipos pueden ser: positivos, negativos y neutros.
Prejuicios: Se
tratan de estereotipos negativos. Los prejuicios son los desencadenantes de la
intolerancia. Tienen tres componentes:
1. Pensamiento:
ideas y atribuciones de carácter negativo hacia una persona por el hecho de
pertenecer a un grupo o tener unos rasgos determinados.
2. Afecto:
sentimiento negativo hacia dicha persona o grupo.
3. Actuación:
conductas de desprecio y marginación hacia dichas personas.
Cada uno de
nosotros necesitamos sentirnos pertenecientes a un grupo con unas costumbres,
normas y valores. El error es percibir éstas como las únicas válidas
descalificando las de otros grupos.
La transmisión
de los prejuicios se realiza desde la sociedad, la cultura, la familia. Por
tanto, es importante que padres y educadores formen un tándem para educar en la
tolerancia.
LA ALDEA GLOBAL
El progreso, los
avances técnicos, los medios de comunicación y de transporte han favorecido que
tendamos hacia una sociedad multicultural, más pluralista, más universal. Desde
los Derechos Humanos se promulga la idea de Aldea Global: igualdad de
oportunidades para todos, desaparición de fronteras, no exclusión por
circunstancias raciales y/o económicas, etc. Frente a este proyecto de valores,
la realidad social en la que nos encontramos tiende hacia el individualismo,
los nacionalismos de Apequeña aldea@, la discriminación de los distintos y la
adquisición de prejuicios.
Por no reparar
en la interdependencia de los países a nivel económico y social y teniendo una
mirada parcial y prejuiciosa, se acusa, por ejemplo, del problema de la
migración a los propios emigrantes o a su país de origen, sin entender que las
migraciones no se producen por voluntad de los que emigran sino como resultado
de las relaciones de desigualdad e injusticia existentes entre los distintos
países.
El hecho de que
exista una sociedad pluricultural implica necesariamente la presencia de
conflictos; el problema no es que surjan sino cómo resolverlos. Una buena
resolución de los conflictos lleva a un enriquecimiento mutuo. Cierta forma de
abordarlos lleva indiscutiblemente al racismo (nos quitan el trabajo, son
delincuentes, etcétera).
Es importante
educar en valores que fomenten la resolución positiva de los conflictos y que
tiendan a una convivencia solidaria desde la tolerancia.
TOLERANCIA EN LA
FAMILIA.
La familia es el
primer grupo primordial de la persona, por tanto, es en ella donde empezará a
asentar las bases de la convivencia, desde lo aprendido y vivenciado. Si crece
en un ambiente de tolerancia, respeto, colaboración, trabajo en equipo, etc.,
aprenderá a vivir con los demás respetando sus diferencias.
Los padres, en
una primera etapa de los niños, son modelos a imitar; no debemos olvidar que
aprenderán, imitarán y responderán también a nuestros prejuicios.
Los padres
fomentan la tolerancia en la familia cuando:
• Tienen actitudes de escucha y de
comprensión de todos los puntos de vista (escuchan las opiniones de todos).
• Aceptan que los hijos no sean como
quisieran.
• Ante los hermanos: apoyan la
diversidad, aceptan las diferencias, evitan las comparaciones discriminatorias
entre los hijos.
• Llegan a consensos familiares.
• Aceptan los errores y limitaciones
propias y de los hijos.
A los hijos los
enseñan a:
• Aceptarse a uno mismo con sus
limitaciones.
• Buscar el lado positivo de cada
persona, valorándola por lo que es.
• Saber escuchar antes de opinar y
valorar al otro.
• Respetar las diferencias.
• Colaborar entre hermanos.
• Conocer a los otros distintos para
comprenderles, conociendo realidades distintas.
• Respetar las opiniones de los demás
aceptando las críticas.
• Apoyar a los más débiles.
• Poder renunciar a privilegios
personales por compartirlos.
• Diferenciar lo que es justo y poder
ser críticos con la injusticia.
En resumen, es
ayudarles a salir de su egocentrismo y fomentar en ellos el que sigan
trabajando por una sociedad más igualitaria que respete las diferencias. Poder
conocer, compartir y enriquecerse de otras realidades, formas de vida,
culturas, etcétera.
TOLERANCIA EN
LOS ADULTOS.
Para poder
transmitir de forma coherente unos valores a los hijos, es necesario que
hayamos reflexionado y trabajado en nosotros dichos valores. Sólo podemos
enseñar tolerancia siendo tolerantes. Estas son algunas pautas para trabajar en
ella:
1. Conocer
nuestras percepciones sobre el grupo o grupos de los que nos sentimos
integrantes y las percepciones sobre grupos distintos: cultura, país, ciudad,
equipos, sexo, etcétera.
2. Reconocer de
las percepciones que tenemos de los otros las que son estereotipos y
prejuicios.
3. Hacer un
reconocimiento de la discriminación de nuestro ambiente. Intentar ponernos en
el lugar del distinto vivenciando la discriminación.
4. Favorecer el
conocimiento y la valoración positiva de lo diferente.
5. Analizar la
realidad de la injusticia social desde un mundo interdependiente.
6. Expresar
nuestra tolerancia desde acciones concretas que favorezcan las relaciones no
discriminatorias. Buscar en nosotros un compromiso social más allá de sentirnos
muy solidarios.
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