Aquel caballo criollo

¡Qué estampa! Estaba acostumbrado a ver caballos criollos, pero éste me impresionó, su cola había sido cortada al igual que sus crines, se notaba que estaba muy bien cuidado.

El hombre encargado del caballo era un tal Mingo Gómez, correntino, pa' más datos.

Los fines de semana competía en carreras cuadreras y siempre resultaba ganador. Daba gusto ver al dueño acariciando al animal en el final de cada carrera. Después lo de siempre, el Mingo le ponía la manta y lo llevaba de tiro hacia el corral techado, comenzaba con el baño, luego la rasqueta para peinarlo, la comida y allí se quedaba el magnífico caballo, descansando. Muchas veces me acercaba a acariciarlo, su pelaje tan bien cuidado llamaba mi atención.

Yo era muy joven y para mí todo esto era maravilloso. Un día mis padres tuvieron que mudarse pues el horno de ladrillos donde trabajábamos se iba del lugar, así que dejé de ver a mi amigo, e.l caballo. Pasados unos meses pedí permiso pa' volver al pueblo. La verdad, lo que más quería, era ver al caballo. Llegué una mañana, muy temprano y encontré al Mingo. Mientras lo saludaba yo miraba pal' corral y vi que estaba vacío. Pregunté temeroso por mi amigo y el Mingo me contestó: "No te asustes, está pastoreando allá en el campo. Es que perdió ''.., unas cuantas carreras y el patrón compró otro caballo, pero ganador" .

Miré a campo abierto y lo vi, sin manta, tenía la cola crecida y enredada con algunos abrojos. Me fui acercando lentamente, como quien no quiere llegar, le pasé la mano por el cuello y no pude evitar algunas lágrimas... sí, lágrimas, pero de hombre.

El caballo apoyó su cabeza en mi hombro con tal suavidad que yo no sentí el peso y después salió corriendo. Se paró a unos metros, se dio vuelta y me miró. Nunca volví a sentir una mirada tan triste. Entonces abandoné el campo sin saludar a nadie, al Mingo tampoco.

Hoy me doy cuenta de lo fácil que es usar al ganador y luego abandonarlo. Sigo pensando y me imagino qué distinto sería el mundo si los hombres tuvieran la nobleza de nuestro caballo criollo.

Dar

Si mucho das...
mucho tendrás.


Pancho Aquino / Cuentos para niños de 8 a 108

No hay comentarios: