La confianza en sí mismo es también una gran ayuda para la consecución de la concentración, especialmente cuando va aliada con algún conocimiento de cómo obra el pensamiento y del hecho cierto de que los medios están allí aun cuando no sean visibles por el momento. Tal como las actividades de manos, pies, ojos, y de toda otra parte del cuerpo físico, dependen de sus órganos internos en cuya función confiamos enteramente, asimismo las actividades de la mente, que son visibles a nuestra conciencia, dependen de invisibles funciones con las que se puede contar con toda seguridad.
Toda actividad mental se perfecciona con la confianza. Una buena memoria, por ejemplo, descansa enteramente en ella, y la menor incertidumbre puede hacerla flaquear muchísimo. Recuerdo que cuando era muy pequeño mi madre me envió, en cierta ocasión, a comprar algo, jabón o manteca, a un pequeño almacén que distaba como una media milla de casa. Me dio una moneda y me indicó el nombre del artículo que necesitaba. No tenía yo la menor confianza en la competencia de los sastres, y por cierto que no iba a confiar la moneda al bolsillo.
No podía creer, tratándose de un asunto tan importante, que la moneda estaría todavía en el bolsillo al llegar al término del viaje, de modo que la sujeté lo más fuerte que pude en la mano a fin de sentirla todo el tiempo. Durante todo el camino repetía el nombre del jabón, o lo que fuera, con la certeza de que si lo apartaba de mi conciencia por un momento lo perdería definitivamente. No tenía tampoco confianza en los bolsillos de la mente, aunque en realidad la merecen más que los fabricados por el sastre. Sin embargo, a pesar de mis esfuerzos, o más probablemente a causa de ellos, al entrar en el almacén y ver aparecer ante mí al tendero que descollaba como una gran masa, tuve un momento en que me paralicé y no pude recordar qué era lo que tenía que comprar.
Esto no es nada inusitado, aun entre los adultos. He conocido muchos estudiantes que seriamente han comprometido, exactamente por la misma especie de ansiedad, el buen éxito en sus exámenes. Empero, si queremos recordar, lo mejor es hacer completamente claro en la mente la idea o el hecho, luego observarlo con inalterable concentración por algunos segundos y después dejarlo que se pierda de vista en las profundidades de la mente.
Esta confianza, junto con el método de la observación tranquila ha de producir una disposición para concentrarse que puede sólo asemejarse a la que se adquiere al aprender a nadar. Ocurre a veces que una persona se lanza muchas veces al agua, y hasta se agarra con manos y dientes sin otro resultado que hundirse más y más; pero llega un momento en que de repente se siente en el agua como en su elemento. De aquí en adelante, doquiera que va a entrar en el agua se pone casi inconscientemente en disposición para nadar, y ésta obra sobre el cuerpo para nadar y flotar. De igual modo ha de llegar un día en la concentración, si es que ya no ha llegado, en que notarás que has adquirido la disposición necesaria y podrás en adelante reflexionar sobre un objeto dado del pensamiento tanto tiempo como quieras.
Ernesto Wood / Concentración Mental
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