La felicidad es una causa, no un efecto

Todo joven interesado por el mundo, se siente con la misión de perseguir una fórmula para cambiarlo. Esto ha sido así desde los albores de la historia y según los cálculos más optimistas existirán jóvenes hasta el fin de los fines, amén. En consecuencia, tanto continuarán las búsquedas y las empresas de un mundo diferente. Hasta aquí nada nuevo. Sin embargo, la misión y la búsqueda de un resultado equívoco continúa siendo el mismo.

El detalle retador lo encontramos cuando el mundo ha implantado la meta de la felicidad, cuando parece una lógica convencional el desear, como la cumbre de la vida, la felicidad plena y la libertad total. Nos entrenaron para alcanzar cosas que dicen no tenemos.

Nos vendieron la idea de la felicidad como una mercancía alcanzada sólo al final de la batalla.

La finalidad de la vida no es ni debe ser la felicidad, sino en vivirla intensamente, con pasión. La felicidad es una causa, no un efecto. El fin último de existir no es la felicidad sino la trascendencia.

El problema de entender que la felicidad es la meta radica en la insatisfacción de las personas por su identificación con llegar a algo. Si no se corona una empresa la felicidad supuesta jamás llegará.

La felicidad no es una meta, es un comienzo y uno enorme, centenares de sabios, religiosos, maestros, y personas comunes y corrientes compartieron estas visiones. Ella es un comienzo y un acompañante del camino. Por eso mismo la felicidad es inconformidad, porque mediante ella transformaremos un papel en alas para volar.

Sentirse feliz antes de partir es el secreto de los niños.

Quienes se embarcan en la búsqueda de sentido, pronto o un poco más, saben que el poder se encuentra en ellos mismos. Y tan sólo, un segundo después, de tan hermosa búsqueda, saben que han despertado. Preparan sus rostros para un nuevo y gran comienzo en la vida.

Centenares y unos pocos más disertaron sobre una actitud mental positiva. En las corporaciones, sobre todo entre los profesionales de la venta, se hace de tal actitud una filosofía de vida. Es extraño, pero la publicidad y el marketing nos vendieron la idea de llegar a la felicidad por adquirir un producto o servicio.

La sociedad-show ha creado individuos a los que les vende una pastilla de pseudo felicidad que dura sólo unas horas, acaso minutos. Si deseas más, adquiere más. Y la felicidad es una mercancía más de la sociedad-show. Nuestra denuncia está más clara cuando revelamos que la sociedad de la informaciónespectáculo está vendiendo guiones como boletos de entrada en la participación de una gran obra de seres insatisfechos, que encuentran su refugio momentáneo con la esperanza de “llegar algún día”. O aún peor: “llegaste, continúa comprando para que te siga durando…” Sin comentarios.

La felicidad debe ser entendida como un gran causante de la vida, no como la corona de ella. Toda persona está llamada a vivir intensamente sus sueños y a llegar a las metas que se ha revelado. No sólo busques llegar busca siempre seguir, porque la felicidad es creación, es causa. Por eso mismo es inconformidad.

Compartir la idea sobre la felicidad como una causa, es decir la felicidad como causante de acción, como causante de iniciar empresas, como causante de nuevos comienzos, es altamente riesgoso.

Ve y dile a tus amigos que la felicidad no llega con que tengas un buen trabajo, con que te hayas casado, con que tengas dinero en el bolsillo. Te miraran como a paciente psiquiátrico, o te pedirán que los cases. “Ya se volvió cura el condenado.”

Ahora, sugiéreles que la felicidad no es tener, sino es ser. Ocurrirá dos cosas relacionadas con la muerte: morirán de risa o de pena porque fumaste algo feo con sabor oriental. O aún más, te darán la bendición porque te acercas a desencarnarte y desde arriba una voz divina te encomendó otra misión, pero primero te mueres.
¿Te das cuenta cómo nos salvaguarda la pseudo enseñanza de la felicidad? Con razón, equivocada por supuesto, algunos continúan amparados por la ignorancia. Si desde pequeño una voz te decía: ”A levantarse, es hora de ir a estudiar”, y todos los días lo mismo, llegó un momento en que tal situación era un hecho más del montón cotidiano. Nos dijeron que nacimos pecadores ¡y nos la creímos!

Cual crimen impune, nos hacen entender que nacimos desgraciados. Hasta hoy, existe quien en robo y fechoría, continúa blandiendo este oscurantismo en la sociedad. En cada esquina puedes comprar fórmulas para ser felices. Jamás nos dijeron que la felicidad es la capacidad para ser. De nada sirve denunciar a quienes venden la idea de la felicidad como resultado de tener. Ahora a cada quién le toca encontrar sus respuestas. Siempre hay un camino de retorno. Un retorno a la verdad, para permitirnos avanzar.
Fuente: Carlos De la Rosa Vidal (Arte y Estilo del Marketing Motivacional)

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