Reflexionando

ceda el paso

Antonio, un padre de familia, cierto día, cuando regresaba del trabajo, se encontró con un embotellamiento de tránsito infernal y notó que un señor conducía apresuradamente, cortándole el paso a todo el que podía al tratar de abrirse paso entre los vehículos.


Cuando se aproximó al automóvil de Antonio, se le atravesó de una manera tan brusca que por poco ocurre una colisión.

En ese momento, Antonio tuvo deseos de insultarlo e impedirle el paso, pero luego pensó:

- ¡El pobre! Está tan nervioso y apurado...

¡Sabrá Dios si tiene un problema serio y necesita llegar cuanto antes a su destino!

Con estos pensamientos, decidió cederle el paso.

Al llegar a casa, Antonio recibió la noticia de que su hijo de tres años había sufrido un grave accidente y había sido llevado al hospital por su esposa.

Inmediatamente, se dirigió al hospital.

Al llegar, su esposa corrió a sus brazos y lo tranquilizó diciéndole.

Gracias a Dios todo está bien.

El médico llegó justo a tiempo para salvar la vida de nuestro hijo; ya está fuera de peligro. Aliviado, Antonio pidió hablar con el médico para agradecérselo.

Cual sería su sorpresa cuando vio que el médico era ese señor nervioso y apurado a quien le había cedido el paso casi una hora antes.

Hay que estar siempre dispuesto a ayudar al prójimo, independientemente de su apariencia o condición económica.

Trate de ver a los demás más allá de las apariencias. Imagine que, detrás de esa actitud que no entiende, existe una historia, un motivo que puede llevar a esa persona a actuar de una manera determinada. Quizás a veces no sea un motivo justificable pero... siempre hay un motivo.


¡PORQUE ÉL TE AMA!

En la plaza principal de una gran ciudad, un ateo decía cierto día, un discurso en el que blasfemaba groseramente el nombre de Dios. Por fin, exclamó, como, con soberbia y en tono autoritario:

-¡Doy cinco minutos a Dios para que me mate, si es que dice la verdad! Durante cinco minutos permaneció callado y su auditorio también. Después, el orador exclamó triunfante:

- ¡Vieron ! ¿No les dije yo que no hay Dios de ningún tipo? ...

¡Si Dios existiese Él me hubiera escuchado y yo estaría muerto ahora !

Una señora de edad avanzada le preguntó:

- ¿Usted tiene hijos?- Tengo - respondió el hombre-.

Pero no veo la relación que eso pueda tener con el asunto del que nos estamos ocupando.

- ¡Tiene y mucha! - continuó la señora.

Si uno de sus hijos le diese una daga y, le dijese:

-¡Padre, mátame con esta daga!, ¿usted lo mataría?

- Ciertamente que no - replicó el hombre.

- ¿Por qué ? - continuó la sabia señora.

- ¡Porque los amo! - afirmó el hombre.

- ¡Ah! ..., ahí está la razón por la que Dios no lo mató.

¡Él también lo ama, a pesar de su maldad !

Y la señora con la mirada erguida al Cielo, dijo:

- ¡No te mató, porque te Ama!.

LOS TRES SOBRES

La gente dice que hay dos formas de aprender:
Por la experiencia, la cual se obtiene de los errores cometidos; y por la sabiduría, la cual se obtiene de los errores de otros.
Recomiendo que hasta donde sea posible, se aprenda de los errores de otros.
Aprender de los fracasos es siempre más fácil con la ayuda de un buen consejero. Después que cometo mis errores garrafales, pido consejo de algunas personas: mi papá, Jack Hayford, Elmer Towns, y mi esposa Margaret, quien siempre está dispuesta a compartir conmigo sus opiniones acerca de mis fracasos.
Es importante buscar consejo de la persona correcta.
Oí la historia de un servidor público recién nombrado que estaba instalándose en su nueva oficina.
Al sentarse ante su escritorio por primera vez, descubrió que su predecesor le había dejado tres sobres con instrucciones que deberían abrirse únicamente en tiempos de angustia.
No habían pasado muchos días antes que el hombre entrara en conflicto con la prensa, así es que decidió abrir el primer sobre.
La nota decía: «Échele la culpa a su predecesor». Y eso fue lo que hizo.
Durante un tiempo todo anduvo bien. Pero unos pocos meses más tarde, de nuevo estaba en problemas, así es que procedió a abrir el segundo sobre.
La nota decía: «Reorganícese». Y eso fue lo que hizo.
Eso le permitió disponer de más tiempo. Pero debido a que en realidad nunca había resuelto ninguno de los asuntos que estaban complicándole la vida, volvió a tener problemas, y esta vez, peores que nunca. De modo que, desesperado, abrió el último sobre.
La nota adentro decía: «Vaya preparando tres sobres».
Pida consejos, pero asegúrese que sea de alguien que haya aprendido a manejar sus fracasos en forma exitosa.
Maxwell, John C.: El Lado Positivo Del Fracaso; Failing Forward. Thomas Nelson, Inc., 2000; 2003, S. 169
Aprendizaje es un elemento esencial en la vida. Dios es un maravilloso Maestro que nos enseña a través de las circunstancias de la vida. No pierdas ni un solo detalle.
Aun si fuera verdad que me he desviado, mis errores son asunto mío. Job 19:4.
¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente! Salmo 19:12.
Fuente: Web Católico de Javier

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