Los productos dietéticos o light ¿Podemos fiarnos de lo que prometen ?

Cada vez más estamos ante la presencia de anuncios de productos que prometen resultados 'demostrables' en las primeras 24 horas, o esos otros, intraducibles y misteriosos que aseguran que estamos ante 'un producto extraordinario e innovador con acción termogénica', por no hablar de los 'productos hard core' que sospecho están vagamente relacionados con la nutrición deportiva.

Lo cierto es que en los últimos años, y junto a un aumento de su renta per capita, los hábitos y conductas de los consumidores/as han cambiado mucho en nuestro país. Han surgido necesidades que antes no se tenían o lo que es más posible, no se podían tener. En este sentido, es notorio el creciente interés que despiertan los asuntos relacionados con la estética, el cuidado personal y el aspecto físico en general.

La aparición de nuevos y cada vez más sofisticados -además de caros- productos destinados a cubrir esas necesidades ha sido espectacular. Y no sólo por lo que respecta a cuestiones estéticas, sino que abarca otros muchos aspectos. Y sin embargo, mucho me temo que no se ha producido el mismo aumento en cuanto a información y conocimiento por parte del consumidor de todo lo que significan esos nuevos productos que a veces prometen cosas que parecen imposibles.

Esto último nos conecta con el tema del comentario de hoy. ¿Podemos fiarnos realmente de este tipo de productos? ¿No estaremos poniendo en peligro, por desconocimiento o por un uso inapropiado de los mismos, nuestra salud?

Es evidente que todo el mundo tiene derecho a sentirse bien en todos los sentidos y, por supuesto, la opción de acudir a este tipo de productos es tan legítima como cualquier otra, pero es probable que eso no tenga mucho que ver con lo que significa estar sano, ni es seguro que la mercancía en cuestión cumpla las promesas que anuncia.

Por otra parte, antes de consumir una barrita para adelgazar o incluso para conservar nuestro peso, antes de adentrarnos en un régimen a base de complementos alimenticios, ¿no deberíamos consultar con nuestro médico? ¿Sabemos distinguir el uso del abuso en este tipo de productos?

Por suerte, tanto en nuestro país como en el marco de la Unión Europea existe una mínima legislación. El sector está razonablemente regulado y la información es accesible. El consumidor puede buscar evidencias científicas, pero no es suficiente.
Resulta necesario que leamos con detenimiento las etiquetas, consultemos características y propiedades y nos dejemos asesorar por nuestro médico y aun así sea precavido y, por si acaso, no se fíe. Recuerde que los milagros no existen.
De María Rodríguez Sánchez (elmundo.es salud)
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