Un hombre... realmente hombre


La batalla de Pichincha trazó, con letras de fuego, la independencia de la República del Ecuador en el Libro del Destino.
La batalla fué ganada, pero el ejército ecuatoriano había sufrido muchas bajas.
El mariscal Sucre ordenó una revista general para calcular las pérdidas.
—Abdón Calderón — clamó con voz de mando el capitán de una compañía.
Reinó el silencio, y un velo gris cubrió los rostros de los pocos compañeros reptantes del Niño héroe.
Abdón Calderón, portaestandarte y teniente de la compañía no había cumplido los diez y siete años, cuando agarró la espada con la derecha y la bandera con la izquierda y se lanzó al combate desafiando la muerte, gritando:
—¡ Adelante!
Un balazo le rompe el brazo izquierdo y él traslada la bandera a la mano derecha y grita con todo el furor da su sangre:
—¡ Adelante!
Otro balazo le quiebra la pierna. El héroe se arrastra de rodillas y nuevamente tronó su voz:
—¡ Adelante!
Y, un tercer balazo puso fin a su vida, pero antes de exhalar el último suspiro pudo
repetir:
—¡ Adelante!
La victoria fué decisiva pero el ejército del Ecuador sufrió una pérdida irreparable.
Nuevamente, la voz del capitán se dejó oír:
—¡ Abdón Calderón!
un miembro de la compañía contestó:
—Mi capitán, Abdón Calderón murió en el combate.
Entonces se adelanto el mariscal de Ayacucho y ordenó:
—Esta compañía será llamada Abdón Calderón y el mismo héroe caído será su jefe, y cada vez que el capitán llame Abdón Calderón, toda la compañía en coro debe contestar : — Abdón Calderón murió, pero vive en nuestros corazones.
Hermanos:
En estos momentos podemos repetir las mismas palabras del mariscal Sucre: "Gandhi murió, pero vive en nuestros corazones".
El objeto de un homenaje no es relatar la historia de nn superhombre como Gandhi, sino vivir su vida y su ejemplo.
La vida tiene sus pesas y medidas y sus dimensiones, son: longitud, amplitud o intensidad y elevación.
Pero ante la historia los hombres son tres: uno que vive para sí, otro para sí y para los demás y el tercero no vive para sí sino para los demás.
Hay seres que viven muchos años para sí mismos; trabajan día y noche para acumular, comer y dormir. Esta clase de gente que vive siempre recibiendo sin dar, y cosechando sin sembrar, es como zángano en la colmena humana o una hierba parasitaria en el tronco de un árbol.
Un hombre así es comparado al cerdo — no digo al caballo o al burro porque estos
animales son demasiado útiles durante la vida — pero el cerdo no tiene ninguna utilidad sino después de muerto, y de esta manera, como en la carnicería los clientes tratan de obtener el mejor trozo, también los herederos se despedazan entre ellos para adquirir la mayor parte de la fortuna.
De este ser, la historia no puede recordar el nombre, porque nunca lo tuvo.
El segundo, es el humano, vive para sí y algunas veces para los demás: es aquel que
acumuló, comió y bebió pero también ocupó cargos en la sociedad. Trabajó para sí y para los otros. Es el ser que recibió y dió al mismo tiempo y la historia dice de él: Era un hombre dinámico, político y organizador, fué presidente, fué condecorado, y hasta se casó con una mujer noble, de fortuna... etc...

Mientras que el tercero, aquel que se olvidó de sí mismo para servir a la humanidad, aquel ser que nunca pensó en recibir nada, al contrario se dió a sí mismo, es un salvador de la humanidad porque realizó el plan Divino del amor y supo que el amor sin sacrificio es egoísmo.
La historia se prosterna ante este ser y lo eleva al nivel de los dioses.
El amor tiene tres frases: recibir sin dar; dar y recibir y dar sin recibir.
El primero es pasión animal, el segundo es deseo humano y el tercero es amor divino.
Dios ama sin deseo, el hombre desea sin amor, esta es la única diferencia entre los dos.
En estos momentos estamos reunidos para vivir en nuestros corazones el recuerdo, la vida y la historia de un hombre que amó sin deseos, qiie dió sin recibir, que se sacrificó sin pedir recompensa y este hombre es el Mahatma Gandhi.
Pero ahora cabe preguntar: ¿quién es Gandhi y con qué autoridad hacía lo que hizo y lo que sigue haciendo?... ¿Cuáles fueron las fuentes de su poder sobre el mundo que descubrió un poeta árabe en uno de sus versos diciendo:
Ayunó un hindú e hizo temblar al mundo, y hoy el mundo ayuna y no detuvo a un tirano.
¿Por qué al propalarse la noticia de su muerte dijo Tokio ?:
"No hubo en la historia moderna un acontecimiento más doloroso que el asesinato de
Gandhi".
¿Por qué la UN decreta izar su bandera azul y blanca dtirante tres días glorificando la memoria de Gandhi f
¿Por qué en Bagdad cerraron toda la ciudad en señal de duelo por Gandhi?
¿ Por qué en Holanda, dice su primer ministro: "Gandhi es el más grande holocausto
sacrificado en pro de su pueblo"?
¿Por qué en Francfort, el líder de la democracia alemana dijo?: "Gandhi no murió; él vive en nosotros y su ideal será más y más grande después de su muerte?
¿Por qué el primer ministro de Dinamarca dijo: "Gandhi representa el elevado ideal
de los dinamarqueses"?
¿Por qué dijo París por boca de León Blum: "Me entristeció la muerte de Gandhi, como si fuera uno ele los más grandes compatriotas míos"?
¿Por qué dijo el Papa, en Roma: "Siento muy hondamente por el asesinato de Gandhi, "porque fué el jefe espiritual de los hindúes"
¿Pero por qué esta condolencia mundial y esa tristeza general ?
Seguramente no es la nobleza de Gandhi, porque Gandhi no pertenecía a la casta de los Brahamanes, que la gran masa contempla con recelo, por el contrario, Gandhí era hijo de un modesto comerciante y se complacía en presentarse como el más humilde a los millones que pululan en la India. Tampoco fué la fortuna el factor de su dominio porque Gandhi era tan pobre como el Buda y como el Nazareno.
¿Serían su beleza o su figura imponentes las que le abrieron el camino hacia los
corazones?
No por cierto, y hasta podemos asegurar que al modelador de las cabezas humanas le tembló la mano en la cabeza de Gandhi.
Ahora bien, si la nobleza, la riqueza y la belleza, los tres elementes del poder no fueran manantial de su superioridad, ¿qué motivo podría ser?
¿Habría encontrado Gandhi la lámpara de Aladino?...
Sí, señores; Gandhi encontró la lámpara maravillosa; Gandhi encontró la iniciación;
Gandhi fué Iniciado.
Pero, ¿quién es el Iniciado y cuáles son las leyes de la Iniciación?
El Iniciado es la encarnación de Dios en la tierra, y las leyes de la Iniciación son la
realización del plan divino de la creación.
La primera ley de la Iniciación es el amor.
La plenitud ama el vacío; Dios ama a la naturaleza.
En el principio el Poder se casó con la sensibilidad y engendraron las formas.
Con la diversidad, el Poder se convirtió en muchos poderes, con la variedad la
Sensibilidad se transformó en muchas sensibilidades.
Todo Poder separado de la Sensibilidad es la nada.
Cada sensibilidad separada del Poder es la muerte.
El Poder unido a la sensibilidad es la existencia.
La Sensibilidad en el Corazón del Poder es la Conciencia.
El amor v el Poder de los poderes son un solo misterio.
El amor es la sed de dar, es la plenitud que se dilata en el vacío.
Vivir amando es vivir evolucionando.
El amor es la llave de todos los misterios y la clave del Poder.
Hace 25 siglos clamó Gautama, el Buda, diciendo: "Ama a todo ser vivo".
Hace 20 siglos, el Nazareno gritó: "Amaos los unos a los otros".
Y Gandhi, el Iniciado, vivió los dos mandamientos: amando a todo ser vivo dejó de matar para comer, y amando a la humanidad no resistió al mal, y de esta manera fué el centro del Amor equilibrante entre Dios y la Naturaleza.
¿Cómo se puede amar sin deseo?
Una pregunta de fácil contestación y de difícil aplicación, pero la Iniciación es sólo para los valientes y el valiente todo lo puede.
Gandhi era un héroe en espíritu y valiente en verdad y así trasmutó todos sus deseos en amor.
Sin embargo, no se detiene aquí la Iniciación. El Iniciado debe llegar a ser Adepto del Amor al Sacrificio; y entre las dos etapas existen muchas trabas que deben ser salvadas.
La segunda ley de la Iniciación, es la Renunciación. Amar a los demás no es una tarea difícil, pero amarlos como a sí mismo es un lenguaje incomprensible para el mundo actual. No se puede amar al prójimo como a sí mismo sin la completa renunciación. Gandhi al contemplar el panorama mundial vió que la mayoría de los hombres exigen sus derechos sin pensar en cumplir sus deberes; luego contempló que la minoría cumplía sus deberes y exigía sus dechos, pero a nadie encontró que cumpliera con su deber sin pedir nada, a manera de la Madre Naturaleza. Entonces con el ejemplo dió una lección al hombre: el hijo de la Naturaleza debe eguir la ley de su madre; renunciar al fruto de sus obras, y de este modo amar al prójimo no sólo como a sí mismo sino más que a sí mismo.
Gandhi comprendió que la religión del hombre debe ser el Amor y toda religión que
disputa no es religión de Amor y por consiguiente, errónea.
Todas las aves del bosque cantan y cada canto, aunque distinto, es tan hermoso como el otro; así debe ser la religión del corazón; cada ser, sin disputa, ni riña, debe entonar el mejor himno interno al Amor que une.
Gandhi con la renunciación amó la Ley Universal y se libertó de la ilusión de la recompensa y del castigo y permaneció en pie en la batalla de la vida.
Por su desprendimiento, comprendió que los hombres Adven encerrados en la ignorancia como en un huevo; practican el bien para ser recompensados con creces y temen al mal por su castigo, y al saber que el esclavo de la recompensa es tan esclavo como el que teme el castigo del mal, mató el miedo al mal, mató el deseo al bien y se convirtió en Ley, y la Ley no necesita saber del bien y del mal, porque ambos son fabricaciones de la mente.
No hay perfección mientras existe el miedo al mal y no hay liberación mientras persiste el deseo al fruto del bien y así hemos visto a Gandhi, con la renunciación identificarse con la ley:
Nunca tuvo miedo al castigo, por lo que los hombres llaman mal, ni esperaba recompensa por lo que es considerado como bien. El mismo rey de Inglaterra no se atrevió a condecorar a Gandhi y condecoró la cabra que le alimentaba con su leche.
La verdadera Iniciación interna enseña que adaptarse a la Ley es un bien, infringirla es herirse a sí mismo.
Quien vive deseando el fruto del bien, vive alimentándose del fruto del mal.
Todo bien es relativo y siendo relativo debe tener algo de mal.
Pero, ¿hasta cuándo?...
Hasta la liberación, hasta el triunfo.
¿Liberación de qué?... ¿Triunfo sobre qué?
Liberación de sí mismo, y triunfo sobre sí mismo.
Gandhi renunció a este mundo y al otro y triunfó sobre los dos.
Renunció a la vida y triunfó sobre la muerte.
Renunció al tiempo y triunfó sobre la eternidad.
Renunció a la medida y triunfó sobre la inmensidad.
Renunció a la inocencia y triunfó por el saber.
Renunció al placer y triunfó sobre el dolor.
Gandhi mató el deseo de vivir y triunfó en la vida: mató el temor a la muerte y se hizo inmortal.
Hemos dicho que cuando un hombre llega a la renunciación se convierte en la misma Ley Universal y repudia todas las leyes fabricadas por las mentes humanas.
Gandhi en este estado de evolución vió a la humanidad enferma atravesando una crisis aguda que la aniquila. El la contempló desde su interior, y vió su agonía horripilante; entonces quiso convertirse en médico de ella y buscar el remedio eficaz para esta humanidad dividida por sus leyes, sus religiones y credos, sus nacionalismos y sus lenguas, sus cultos y doctrinas que han trizado la unidad de la naturaleza.
Y desesperado por su dolor milenario, comprendió que la humanidad enferma padece de muchas complicaciones. Su primer mal es el miedo y el temor.
Miró con su ojo interno el libro de los siglos y edades y vió a los hombres llenos de coraje y odio despedezarse entre ellos y al diagnosticar su enfermedad, descubrió que era el miedo de ser vencidos, esclavizados o de morir.
Se mataban entre ellos porque buscaban la dicha en la satisfacción de sus apetitos.
Y cuando contempló Gandhi a los hombres modernos, encontró en ellos la misma
enfermedad de los siglos.
Por el temor de ser esclavos y no poder satisfacer sus ambiciones idearon leyes,
naciones, religiones y hasta dioses para lanzarse unos contra otros. Entonces Gandhi se rebeló contra todos, renunció a todo y clamó con la Ley Universal :
"No matarás", dicen también las leyes humanas, pero en las guerras es necesario matar.
"Paz a los hombres de buena voluntad", gritó Gandhi.
"Paz" —gritan los poderosos— pero hay que imponerla con las armas.
Y así, mientras la Ley clama: "No matarás", las leyes modernas nos desorientan siendo difícil llegar a saber cuándo el matar es un crimen.
Un hombre armado perseguía a otro que, lejos de correr, volaba de miedo.
El perseguidor distinguió a Sócrates que cruzaba el camino y le gritó:
—¡ Deténgalo !, ¡ deténgalo !
Y como el filósofo continuara su camino, se detuvo aquél furioso para interpelarle:
—¿Eres sordo? ¿Por qué no cerraste el paso al asesino ?
—¿Quién es el asesino? ¿Y qué entiende usted por asesino? — le preguntó Sócrates.
—Vaya una pregunta — dice el armado.
—Pues asesino es un hombre que mata.
—¿Un carnicero entonces?
—¡Viejo estúpido! Un hombre que mata a otro hombre.
—Ah, ya: un guerrero.
—Imbécil: Un hombre que mata en tiempo de paz.
—¡ Vamos!, un verdugo debe ser.
— Bestia: Un hombre que mata en el propio domicilio.
—Comprendido: ¡ Un médico !



# # *



El ideal de Gandhi es, implantar la paz por medio de la paz y del amor, y no como vocifera la raza de víboras e hijos de serpientes —según el Evangelio—, dictar la paz por medio de la guerra.
Gandhi sentía y sabía qué el abrojo no da higos, sino únicamente el árbol bueno da frutos buenos.
La tercera ley del Iniciado o de la Iniciación, es el Sacrificio. Porque si él ama, renuncia y no se sacrifica, no llegarían al adeptado y no sería un salvador.
El amor y la renunciación pueden conducir a la virtud egoísta, a una santidad simple y pasiva, pero unidos al sacrificio convierten al hombre en creador.
El sacrificio es amor realizado.
Es el fruto elaborado por el amor del árbol.
Es la fragancia emanada del amor de la rosa.
Es el agua que mana del amor de la rosa.
Es el agua que mana del amor de la fuente.
Es el calor que se desprende del cariño del sol.
Es la vida que redime al culpable con la propia inocencia de la vida.
El sacrificio es el beso del sol, del aire, de las lluvias v del justo depositado en la frente del felón que usurpó la dicha de los demás.
El sacrificio no consiste en dar de lo que se tiene sino en dar de sí mismo.
Gandhi comprendió que el sacrificio es la puerta que dá acceso a la divinidad y entró por esta puerta.
Renunció a todo como un santo y se sacrificó como un Dios.
El hombre es un recipiente: mientras está lleno de pensamientos egoístas no cabe en él ningún átomo de poder; pero al saciarse de los apetitos personales se llena de las aguas de la vida para calmar la sed abrasadora de los mortales.
El amor limitado pide la posesión, el sacrificio no pid« más que a sí misino.

Gandhi por su amor a todo ser, saboreó la amargura de la renunciación pero por el
sacrificio pudo apreciar la dulzura de la vida.
"Aquel que no renuncia a padres, hermanos y hermanas no es digno de ser mi discípulo", dijo la Verdad, por boca de Jesús, yGandhi renunció a todos para ser digno discípulo de la Verdad Eterna.
"Vete a vender todos tus bienes para distribuirlos entre los pobres y ven a cargar tu cruz y igúeme", y Gandhi cargó con su cruz y le siguió después de dos mil años.
Yo soy la luz del mundo —dice el sacrificio por boca de Jesús—, el que me sigue no anda en tinieblas, más tendrá la lumbre de la vida, y Gandhi al sacrificarse fué luz en el mundo.
El amor en el hombre busca la satisfacción, la caridad busca la recompensa; pero el
sacrificio es la misma satisfacción y es la misma recompensa, busca la Divinidad en el Dolor.
Gandhi aprendió a.sacrificarse para el bienestar de los demás. Sacrificó el orgullo ante la ofensa, la comodidad ante la necesidad ajena, la tranquilidad ante la incomodidad del prójimo y esta actitud otorga al hombre el Poder del Yerbo y por tal motivo la palabra de Gandhi dominaba a los poderosos.
No estamos reunidos aquí, en estos momentos, para relatar la historia de un
superhombre conocido por todos. Nuestro objeto tiende a descubrir la fuente del poder que encontró este superhombre Gandhi, durante su vida, para beneficiar a sus semejantes, y la que ligó al mundo, con su ejemplo después de su muerte física.
Ya hemos visto que la alegórica lámpara de Aladino es la iluminación otorgada por la
Iniciación interna o la Unión con el Intimo, cuyas leyes son amor, renunciación y sacrificio.
Cuando el Iniciado llega a ser adepto, por medio de estas tres leyes, se convierte en un ser universal.
Ningún adepto, como Gandhi, puede ser partidarista de una religión, secta, ley o nación, porque ello implica ser contrario a otra cosa.
Para ser adepto debe haberse elevado a un plano tan sublime, desde el cual puede
contemplar serenamente la acción de los diversos factores, a veces opuestos, pero al manejarlos con amor v sacrificio realizan al final los objetivos de la Evolución.
El adepto se convierte en padre de muchos hijos, que se riñen entre ellos y él los dirige con tal prudencia para que cumplan con la ley de la familia.
El adepto es el jugador y no pieza del tablero. No puede ser fanático porque es sabio y la sabiduría se adquiere por medio del dolor que impone silencio a los apetitos, y hace sufrir las privaciones de lo que es codiciado por los demás.
El adepto sufre la pobreza para guiar a los acaudalados.
Sufre el ayuno para manejar a los glotones.
Sufre el menosprecio de los ignorantes para dirigir al mundo.
Sufre la tristeza para curar a los abatidos.
El adepto calla, para descifrar los secretos del corazón humano.
Hay en la vida una fuerza sabia que une a los adversarios y ata a sus corazones por una ligadura férrea; por eso vemos que el corazón más grande está ligado al más pequeño. Un santo que hambrea a su cuerpo y un pecador que hambrea su alma deben unirse y la causa de su unión es la misma hambre.
Todo Iniciado debe encontrarse unido a un ambiente adverso y martirizado por él.

Todo profeta debe ser abatido en su propia patria y por sus propios patriotas, y Gandhi no puede ser una excepción a esta regla.
Gandhi al comenzar en vida su obra, debía sellarla con su sangre. No es necesario ser adivino para predecir los acontecimientos.
Murió Sócrates envenenado y su muerte plasmó su fé en el corazón humano.
Murió Jesús crucificado y su crucifixión escribió con sangre la doctrina del amor y de la paz, y hoy muere Gandhi asesinado para lavar con su sangre del corazón humano la idea de derramar sangre.
Todo salvador debe morir envenenado, crucificado o asesinado, o como el dice el sabio adagio vulgar: Quien se mete de redentor muere crucificado.
Sin duda que existen algunos entre los presentes y yo soy uno de ellos que a veces hemos deseado el poder que tenía Gandhi; ahora ya conocemos el camino. El sendero está hollado y el que quiere puede seguir en él; la puerta está abierta, el que desea puede entrar por ella y la inmortalidad espera; todo valiente puede abrazarla.
El sendero es el Amor.
La puerta es la Renunciación.
Y la inmortalidad es el Sacrificio.
¡Adelante, hermanos; cada uno de nosotros puede ser Gandhi, y todos podemos ser
salvadores!

Discurso pronunciado por el doctor Jorge E. Adoum el día 20 de Febrero de 1948 / Mahatma Gandhi o El Poder del Espiritu

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