Los tres anillos

Como andaba necesitado de dinero, Saladín pensó ponerle una trampa a un rico judío que era súbdito suyo, con la idea de sacar algún provecho con ello. Mandó, pues, llamarlo a su presencia, y le preguntó cuál era, según su parecer, la mejor religión. “Si dice que es la judía –pensaba Saladín-, le diré que peca contra mi fe. Si dice que es la musulmana, le preguntaré entonces que por qué profesa la judía”.
Tras escuchar la pregunta del soberano, el buen judío le respondió así:

-Señor, hubo una vez un padre de familia que tenía tres hijos muy queridos. Y tenía en su poder un anillo bellísimo, adornado con el mejor diamante del mundo. Los tres hijos anhelaban heredar el anillo a la muerte del padre y por ello intentaban ganar su preferencia. Pero el padre, deseoso de contentarlos a todos, llamó al mejor orfebre y le pidió que hiciera dos anillos iguales al suyo. Así lo hizo el orfebre, y nadie era capaz de distinguir cuál era el anillo verdadero. Nadie, excepto el padre. Un día, mandó a llamar a sus hijos y le dio a cada uno un anillo, de modo que pensara que ese era el verdadero.

Hizo una pausa el judío y luego prosiguió:

-Así pasa con la fe y la religión, Señor. Hay tres religiones muy semejantes: la judía, la cristiana y la musulmana. El que profesa alguna de ellas está convencido de que esa es la verdadera. Pero eso sólo lo sabe Dios, que sonríe a todos y sólo pide que cada uno la lleve con dignidad y decoro, como el anillo que el padre dio a cada uno de sus hijos.

La religión es un camino para llegar a Dios. Y al Dios de Jesús sólo se puede llegar mediante el amor y el servicio al hermano, sobre todo al necesitado. Desgraciadamente, con frecuencia la religión ha sido usada para imponer modos de vida que le disgustan a Dios. En nombre de Dios y de la religión se han cometido crímenes abominables y espantosas guerras religiosas cruzan todos los períodos históricos. De hecho, las religiones han promovido más violencia que paz en el mundo, pues la historia de las religiones ha sido con demasiada frecuencia una historia de rivalidad fratricida, fanatismo, intolerancia y exclusión

La verdad de una religión se expresa en la bondad del corazón, en el servicio, no en el dogma. Una religión que promueva el odio, que fomente el fanatismo, que permita las ofensas, no puede ser expresión de una fe en un Dios que se nos reveló como Padre infinitamente bondadoso y que nos invita y anima a vivir como hermanos.Todos debemos ser ateos de un Dios cruel, exclusivista, tirano, castigador... La religión tiene que ser fuente de alegría, no de temor.

Enseña a tus alumnos a ser tolerantes, a respetar a las personas sin importar su religión o si creen o no en Dios, a huir del fanatismo, a vivir con alegría la expresión de su fe en el servicio a los demás , sean creyentes o no.

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