La conservación de los recuerdos exige circunstancias favorables tales como una buena nutrición, una buena circulación, una buena oxigenación cerebral. Ahora bien, incluso si estas condiciones son llenadas, la memorización no es fácil cuando el cerebro está fatigado. Si usted está estresado, enervado, usted puede realizar un trabajo maquinal, tomar notas, escribir una carta, pero estará en malas condiciones para aprender. Esto es tan cierto, que los candidatos que preparan un examen o un concurso en un estado de estrés logran recordar poco de las lecciones que estudiaron en este estado.
En regla general, es desde las primeras horas que siguen al sueño que el cerebro está dispuesto y que la energía de la mente es mayor. Así, los autores señalan que ellos tienen, en la mañana, más facilidad para escribir; al medio día o en la tarde, prefieren observar, tomar notas, hacer proyectos. De otra parte, numerosas experiencias han sido hechas en escolares a fin de determinar el grado de su fatiga intelectual en los diferentes momentos del día.
Se ha empleado para esto, el método de dictado, el de los ejercicios de cálculo y el examen de la sensibilidad cutánea. Y se ha visto que es sobretodo durante la clase de la mañana, que los alumnos, tomados en bloque, tienen menos faltas de ortografía, calculan más rápido, tienen la sensibilidad táctil más fina, y están, por consecuencia, en posesión de sus medios. Por no citar sino un ejemplo, damos el de un grupo de estudiantes quienes en la mañana, antes de la clase, no tuvieron más de 40 faltas en un dictado, hicieron 160 a las 2 y 190 a las 3 de la tarde.
Resulta de estas observaciones que usted debe, en principio, elegir las primeras horas de la mañana para aprender cualquier tema, literario o científico.
De otra parte, dado el importante rol que juega el inconsciente, conviene mirar rápidamente en la tarde, antes de acortarse, el tema estudiado en la mañana.
Esta regla, que consiste en aprender en la mañana, no es por demás, sin excepciones. Las personas que tienen el habito de trabajar hasta muy tarde en la noche, están fatigadas a la mañana siguiente y por lo tanto mal dispuestas para un trabajo de memorización. De otra parte, los jóvenes, que deben preparar algunas de sus lecciones en la casa, no pueden en general aprenderlas sino en la tarde. Pero las estudiaran siempre antes de la cena y después de un descanso de al menos una hora, después de sus estudios.
En fin, es preciso saber utilizar todos los momentos del día para rememorar y profundizar los temas en el curso de un estudio. Para tal efecto, conviene orientar su atención.
La observación corriente muestra que el cerebro está constantemente en actividad.
Cuando usted “no hace nada”, cuando usted “no piensa nada”, las imágenes, las ideas, se suceden en su mente a favor de asociaciones bizarras. Esta continua tramitación no fatiga, conviene utilizarla en provecho propio.
Lo que es fácil con un poco de entrenamiento. Basta crear en sí una parcialidad de la atención. En la cohorte de imágenes y de pensamientos que se presentan en su mente, sucede, necesariamente, en un momento dado, que una de ellas se relaciona con uno de los temas intelectuales que le preocupan. Detengámonos ahí al pasar proyectando la luz de la atención. Nuevas cadenas de imágenes de igual naturaleza van a escribirse de suerte que asociaciones de ideas cualesquiera, frecuentemente sin interés, algunas veces desagradables o incluso nocivas, se substituirán por las asociaciones útiles que usted examinará sin fatiga, como espectador interesado. Ellas serán, bien entendido, seguidas más o menos rápidamente por asociaciones comunes, pero el mismo proceso que el precedente no tardará en renovarse, sobretodo si se favorece su aparición.
Es así como en muchas circunstancias, durante las cuales “usted pierde su tiempo”, le será posible aprender y elaborar sin dificultad.
Prof. Robert Tocquet / Cómo desarrollar su atención y su memoria
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