El fluir de la marea

Le decía el ejecutivo a su amigo médico, Dr., vivo angustiado y aburrido. Siento que mi vida me ha brindado éxitos materiales, posición, pero siento este desasosiego, esta inquietud que no puedo entender. Me siento confuso y sin aspiraciones. Creo que estoy enfermo.
Su amigo médico le hizo todos los exámenes, habló mucho con él y le dijo: Amigo mío, no te encuentro nada malo desde el punto de vista médico, pero creo saber lo que tienes. He escrito cuatro recetas, pero me tienes que prometer que las seguirás al pie de la letra. Dime: ¿Qué era lo que más te gustaba hacer cuando eras niño?.

Me encantaba ir a la playa.

Entonces, ve a la playa, toma la primera receta a las 9, la segunda a las 12, la tercera a las 3, y la cuarta a las 6. Recuerda, no puedes llevar nada, ni radios, ni revistas, ni libros. ¡Siente la naturaleza! El hombre fue a la playa y sacó la primera receta que decía:

¡OYE CON ATENCIÓN!

¿Qué cuento es este, qué puedo oír, estoy oyendo ya. Y tengo que hacer esto por tres horas? Bueno puedo oír esos pájaros, quizás antes no los oía, pero ahora sí los oigo. Puedo oír las olas y la espuma. ¡Oye!, si pongo atención puedo oír a los cangrejos, puedo oír la brisa soplando, las matas moviéndose, el vaivén de la maleza; mientras más oigo ...más escucho. Poco a poco él mismo hizo silencio, comenzó a oír los sonidos de su existencia, a disminuir el ritmo acelerado de su vida pública, a oír los sonidos de su desencanto. Y mientras más oía, comenzó a percibir otros sonidos debajo de los sonidos; cosas que nunca había percibido. Al rato comenzó a sentir una gran paz, algo que no había sentido en años, a sentir los murmullos de su vida interior. Ya cerca del mediodía no aguantaba la tentación de tomar la segunda receta. A las 12 M., la saca y lee unas palabras:

¡INTENTA MIRAR HACIA ATRÁS!

¿Que significará esto, que mire hacia atrás?, debe ser que recuerde mi pasado. Recuerdo lo entusiasmados que nos sentíamos cuando salíamos de! colegio y veníamos a la playa, nos sentíamos excitados y gritábamos, recuerdo que venía con mi hermano... y entonces sintió una gran emoción cuando recordó a su hermano, una gran nostalgia porque su hermano había muerto en la guerra, ya no estaba. Pero sí recordaba los momentos juntos en la playa, los juegos con sus padres, los gritos, la emoción familiar, el aire fresco. Construíamos castillos, nos tirábamos agua... Quedó tan embrujado por los recuerdos de esos momentos familiares, con sus amigos, tan imbuido por aquellos recuerdos profundos de su vida íntima, que sin sentir se pasaron más de tres horas. Llegadas las 3 de la tarde estaba ansioso por abrir la tercera receta. Esta era la clave, la más profunda. Las otras dos solo habían preparado el terreno para la tercera. La tomó y leyó tres palabras:

¡REEXAMINA TUS MOTIVOS!

¿Examinar mis motivos por tres horas, cuál es mi centro, qué significa mi vida, cuál es mi Misión en la vida, mi Visión, qué soy yo? Verdaderamente esta era la receta más difícil. Entró en una profunda reflexión y descubrió que lo que estaba en el centro de su vida era él mismo, cubrir sus necesidades más importantes. Que había estado siguiendo un patrón de vida egoísta, hasta la esencia principal de sus actividades por la comunidad tenían como objetivo que la gente se diera cuenta que era él quien las hacía. No parecía haber nada profundamente anónimo en su servicio a otros sino que todo era movido por pura apariencia externa. En realidad se estaba sirviendo a si mismo. Se dio cuenta que sus males, su aburrimiento, su enfermedad eran del espíritu. Comprendió el egoísmo de su vida, que estaba centrado en principios equivocados, no en un genuino deseo de servir, de contribuir.

Y pasó la mayor parte de aquellas tres horas pensando en lo que había sido su vida, en ^¡n reorganizarse a sí mismo, en reorientarse internamente y plantar nuevas semillas, nuevos motivos, nuevos deseos que fueran más congruentes y estuvieran mejor alineados con Principios verdaderos y no imaginarios. El proceso hacía cada momento más creativo, comenzó a usar su imaginación. En lugar de seguir viviendo de sus recuerdos, se exigió a si mismo oír a su conciencia.

Cuando vivimos de los recuerdos nos enfocamos en el pasado. Cuando vivimos de nuestra imaginación nos enfocamos en el futuro. Lo que hemos dejado atrás es nada comparado con lo que tenemos dentro y frente a nosotros. Pero fue necesario todo este análisis, todo ese concientizar, todo ese profundizar ...esas dos primeras recetas... para revivir momentos felices y tranquilizar su vida y su espíritu, para prepararlo para analizarse profundamente. Concientizar, explorarse, examinar sus motivos profundos.

Cuando llegaron las 6 de la tarde ya había terminado. Y por primera vez se dijo a sí mismo: Ahora sé lo que significa mi vida. Ahora sé cuál es mi enfermedad. Ahora sé lo que significo yo. Sé las causas de mis problemas y lo que tengo que hacer. No estoy curado, pero sé que dirección tomar. Así que a las 6 de la tarde saca la última receta y lee:

¡ESCRIBE TUS ANGUSTIAS EN LA ARENA!

Se puso pensativo, y mirando a lo lejos dejó que la brisa de la tarde se llevara el pedazo de papel hacia el ocaso, tomó un pedazo de concha, se acercó lentamente a donde estaba la huella de las olas que habían retrocedido después de besar la playa, se inclinó e hizo unos cuantos trazos. Luego se levantó, se dio vuelta y se alejó sin mirar atrás.

...Y LA MAREA

 VENÍA SUBIENDO...

Arthur Gordon
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