Desde mi limitada experiencia, estoy convencido de que podemos desarrollar nuestras mentes mediante un adiestramiento constante. Nuestras disposiciones, actitudes y pensamientos positivos pueden aumentar y sus contrarios negativos disminuir. Incluso un momento fugaz de conciencia depende de muchos factores y, al alterar uno de esos factores, la mente también cambia. Esa es una verdad simple sobre la naturaleza de la mente.
Lo que llamamos «mente» es algo muy peculiar. A veces es muy obstinada y renuente al cambio. No obstante, mediante un esfuerzo continuado y una convicción basada en la razón, nuestras mentes son a veces muy honestas y flexibles. Cuando reconocemos verdaderamente que hay cierta necesidad de cambiar, lo hacemos.
El deseo y la oración por sí solos no bastan para transformar nuestra mente, también es necesario razonar: un razonamiento basado, en última instancia, en la experiencia de cada cual.
Y, con todo, nadie es capaz de transformar su mente de la noche a la mañana; los viejos hábitos, especialmente los mentales, se resisten a soluciones rápidas. Pero con un esfuerzo continuado y una convicción basada en la razón, es posible lograr cambios profundos en las actitudes mentales.
Como base para el cambio, necesitamos asimilar que mientras vivamos en este mundo nos encontraremos con problemas, con obstáculos que nos impiden alcanzar nuestros objetivos. Si, cuando eso sucede, perdemos la esperanza y nos desanimamos, mermamos nuestra capacidad para superar esos conflictos.
Recordar el sufrimiento de otros, sentir compasión por el prójimo, hará que nuestros propios sufrimientos sean más llevaderos. Ciertamente, con esta actitud, podemos ver en cada nuevo obstáculo una valiosa oportunidad para mejorar nuestra mente, una nueva oportunidad para ahondar más en nuestra compasión.
Cada nueva experiencia significa un avance gradual en nuestro camino hacia la compasión; es decir, nos hace desarrollar una empatía genuina hacia el sufrimiento del prójimo y el deseo de contribuir a eliminar su dolor. Como resultado, nuestra propia serenidad y fuerza interior saldrán fortalecidas.
Tenzin Gyatso - Dalai Lama / Con el corazón abierto
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