Valores familiares

 

 
Decía Clemenceau, político francés: “ Es preciso saber lo que se quiere; cuando se quiere, hay que tener el valor de decirlo, y cuando se dice, es menester tener el coraje de realizarlo”.

No debes quejarte nunca ante tus hijos del momento por el que atraviesa la sociedad.
Sabes de sobra que si no los educas en el seno del hogar, el consumo y los valores que el mundo actual les presenta al chico o a la chica, no son los más ideales y preciosos.
Esta escala de valores es una siembra lenta. No lo olvides. Pero siembra. Desde que son pequeños hasta que son jóvenes.
Por eso, amigos padres, es preciso que sepan lo que ambos quieren para sus hijos. Y después de saberlo en la comunidad de la casa, reforzar ese valor para decirlo y exigirlo.
1. El valor. El valor es clave en la vida del hijo/a. Si los educas en el temor, les costará después vivir oxigenados, tranquilos y serenos, una vez que las dificultades de la adolescencia hagan acto de presencia en sus vidas.
2. Seguimiento. Es curioso que mientras el hijo/a son pequeños, se les atiende en sus necesidades fundamentales. Los padres se sienten muy a gusto. Todo son recompensas: se muestran simpáticos, cariñosos y alegres. Pero cuando les llega la edad del “ pavo”, todo son dificultades. Los padres, muchos, empiezan a sentir el cambio en su cuerpo y en su forma de pensar y de criticarlos a ellos, a la sociedad y a los maestros.
Es justo en esta edad cuando hay que estar cerca de ellos para orientarlos, abrirles los ojos ante muchas realidades que son nuevas para su cuerpo y para su alma.
3. Diálogo. Es muy importante dedicar a esta edad más tiempo que cuando eran pequeños. Necesitan de los adultos ahora más que nunca para sembrar en su mente criterios sanos que les hagan reaccionar ante el mundo de la calle, las amistades alocadas o peligrosas con las que se pueden juntar. No hay mejor tiempo que el que se pierde con los hijos a esta edad.
Muchos chicos y chicas de esas edades suelen decir a los maestros o personas adultas de confianza, que sus padres no los entienden. ¿Será verdad? No se puede afirmar que tengan toda la razón, pero cuando la queja es generalizada habrá que prestar atención a lo que dicen.
Muchos se quejan de que no tienen confianza con los padres porque no están al tanto de lo que pasa hoy a la juventud. Y puede que tengan parte de razón. ¿ Qué padre, además de escuchar a los hijos, lee libros sobre la marcha del mundo joven?
No les piden que hagan sus cosas, sino que les comprendas. Y comprender para ellos significa sobre todo y ante todo escucharlos en sus necesidades materiales y espirituales.
4. Responsabilizarlos. Un tema que sirve de apoyo a muchas críticas a la juventud actual. es su falta de responsabilidad. Son unos padres magníficos, pero la gran preocupación que detectan los hijos, es que se preocupan en exceso de tener muchas cosas, aun con detrimento de ser felices en el hogar.
La responsabilidad es la mejor respuesta que damos a una libertad auténticamente orientada. No seáis blandos. Mientras que no hayan cumplido son su deber, no ceder. Esto requiere mucha constancia.
5. Exigencia. La constancia en exigir los deberes que tienen que llevar a cabo, es una tarea de los dos cónyuges. Es curioso observar cómo el chico o la chica saben buscar los puntos flacos del padre o de la madre para salirse con las suyas. Ten en cuenta lo que dice la señora Arconville:” El amor o la amistad que no exige nada ni se queja nunca es casi siempre un amor o una amistad débil”.
6. Disciplina. El gran problema que se les presenta a esta edad difícil de cambio, es la falta de disciplina. Fallan en los estudios, no porque sean torpes, sino porque les falta disciplina mental, concentración en el estudio. Es curioso hoy ver a muchos que estudian con los auriculares puestos o con la música de fondo o la TV. Se ha comprobado que, salvo excepciones, el chico atiende un poco a la materia que estudia y otro poco a la música. Total: fuerza cerebral dispersa.
Tienen que exigirles disciplina. ¿Saben por qué? Porque es su mejor éxito personal. Lo afirma Truman Capote: La disciplina es la parte más importante del éxito”.
Da pena contemplar una clase de chicos/as adolescentes. Les cuesta concentrarse  en las explicaciones del profesor. Tienen una mente muy dispersa. Se pasan 6 horas en el banco de la escuela, instituto o colegio y, sin embargo su aprovechamiento es sólo de un 20%. El resto tienen que hacerlo en casa, pero como no han estado atentos a las explicaciones, ahora les cuesta horas y horas ponerse al tanto. Normalmente, se puede decir que no es posible aprobar. Y la prueba es la inmensa cantidad de suspensos que hay entre ellos y ellas( éstas, menos).
En casa tiene que haber disciplina. Otro escritor americano afirma a este respecto: “ Para ser grande hace falta un 99 por 100 de talento, un 99 por 100 de disciplina y un 9 por 100 de trabajo”. ( Falkner William).
7. Respeto. Hay muchas quejas en el mundo actual acerca de la falta de respeto de cierta juventud. Desde luego, como no encuentren en la casa un contrafuerte que haga resistencia a la gran influencia que tiene la calle sobre el hijo/a, les va a costar mucho que no asimilen lo malo de la sociedad. Saben que es una edad en la que se dejan influenciar mucho y, a veces, más por lo negativo que por lo positivo.
Tienen que sentarse a hablar muchas veces acerca de su comportamiento en casa y fuera de ella, para que no haya dicotomía en sus personas. La confianza que se logra con el diálogo y la apertura al mundo afectivo, amical, estudiantil son claves para que tengan un vocabulario correcto y para que puedan presentarse ante cualquiera sin miedo a que digan una patochada que han aprendido en la calle, en el club, la discoteca o con la pandilla de amigos.
Tienen que hacerse respetar en casa. Y no dejar pasar una. Cuando ven que son intransigentes, ( pero tolerantes en el diálogo y en los valores), entonces se dan cuenta en seguida y recapacitan. Nunca les celebres las gracias cuando digan palabrotas, sobre todo cuando son pequeños.
El filósofo Francis Bacon dice:” El respeto a sí mismo es, después de la religión, el freno principal de todos los vicios”
No crean que lo saben todo. Se debe educar en las formas, en la urbanidad y cortesía. Pueden ponerles muchos ejemplos: dejar la acera al anciano, el asiento del autobús a la persona mayor, no hablar mientras otro lo hace...
8. Sacrificio. Joaquín Azpiazu dice:” El amor es sacrificio, no egoísmo; quien busca en el amor su propia complacencia va tras lo que ansía loca e irracionalmente: es egoísta”.
Afirmación de muchos padres: “ No quiero que mi hijo/a sufra lo que yo sufrí a su edad”. Falso, aunque se haga con la mejor buena voluntad del mundo. El hijo/a que no tiene ninguna privación, sino que lo tiene todo, no madura en su personalidad. Por eso es frecuente ver hoy a jóvenes hechos y derechos que tienen una edad psicológica inferior a la edad cronológica.
El bienestar no crea nunca fuertes personalidades. Para tener éxito en la vida y sentirse plenamente feliz, hay que saber renunciar a muchas cosas.
La gran frustración que sienten algunos chicos y chicas es ésta:” Mis padres me lo dan todo, excepto a sí mismos”.
Educar en el bienestar como bien supremo es como cortarles las alas para que ellos aprendan a volar por sí mismos.
Recuerda lo que decía Carles Hodding, periodista americano:” Solamente dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, las raíces; otro, alas”.
Y ustedes, sin embargo, se matán por dejar mucho dinero, el piso puesto para cuando se casen, la mejor boda, la más lujosa de las primeras comuniones...Y ellos, sabiendo esto, se dedican a gastar y a fundir el dinero.
Más que dedicarse a acumular riquezas para dejarlas a otros, gasta el dinero en vida para que tengan una buena educación.
Te parecerá fría y dura la afirmación del periodista. Si la piensas bien, no lo es. El periodista americano no era ningún tonto.
9. Religión. Un ministro de Educación fue a visitar una escuela salesiana cuando vivía san Juan Bosco. Se quedó admirado al ver el orden, la amistad, el compañerismo y la cordialidad entre todos los jóvenes.
Se acercó al santo y le preguntó:¿ Cuál es el secreto de este ambiente para que lo lleve a Inglaterra?
Don Bosco, mirándole los ojos, le dijo: El mundo religioso. Estos jóvenes hablan con Jesús como con su amigo; quieren mucho a la Virgen Auxiliadora. Las otras dos columnas sobre las que se apoya mi sistema educativo son el amor y la razón. Quien no ama no puede ser padre ni educador. Progenitor lo es cualquiera. La razón busca dar razones al joven para que sepa vivir por sí mismo sin la vigilancia de nadie.
Esta sociedad en la que vivimos, se jacta de ser indiferente o atea. Pasa olímpicamente de la religión, de Dios, de la Iglesia, de las instituciones...de todo menos del consumo absurdo y placentero.
Cuando el niño llega a adolescente, comienza a pensar en todo. Deja la práctica y vivencia religiosa.
¿Por qué has dejado de vivir la religión?, le he preguntado muchas veces a muchos jóvenes. La respuesta, en la mayoría de los casos, ha sido ésta: “Si mis padres no van, ¿por qué voy a ir yo? No debe tener mucha importancia cuando ellos no van nunca”.
Sí que van a los horoscopistas, quiromantes..., psicólogos, psiquíatras... Esa es ahora su religión. Es lo que decía Burke Edmund, el político inglés: ”La superstición es la religión de los espíritus débiles”. Los psicólogos y psiquíatras no son especialistas en temas del alma ni en la religiosidad trascendental”.
O bien lo que afirmaba su compatriota Carl Caleb Colton: Los hombres reñirán, escribirán, lucharán, morirán por la religión; todo excepto vivirla”.
Una educación sin el soporte ético, moral y religioso no tiene consistencia.
Un Estado donde la religión es prohibida, se olvida o no se practica, nunca puede ser bien gobernado.
Esto mismo se puede aplicar a la familia.
10. Equilibrio. Una queja bastante frecuente de los chicos y de las chicas, es que les molesta mucho verlos discutir en alta voz, enfadados, gritando, insultándose...ante ellos. Comentan que han perdido el equilibrio en sus relaciones de padres.
Es así como surgen o se hacen chicos/as irascibles, enfadadizos, descontentos, insatisfechos, frustrados...No hay cosa que más les duela que los  insulten o griten. Vale más la dulzura que el sermón

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