"Los ciclos hay que cerrarlos con conciencia, voluntad y madurez para que podamos dejarlos en el pasado"
Tenemos una amiga que se fue hace mucho tiempo del país, dejando confiadamente en manos de su familia un exitoso negocio para que lo manejaran con total y absoluta autonomía. Pero, después de muchos años, diferentes circunstancias la hicieron regresar al país, para tener que afrontar la casi quiebra del negocio, del cual casi toda su familia se beneficiaba. Una situación económica que pensó que había dejado resuelta tiempo atrás y que implicaba, ahora, no sólo rescatar el negocio para el bien de todos, sino afrontar el complejo manejo de las relaciones familiares en el proceso. ¡Tenía un ciclo pendiente!
Para cerrar un ciclo, y abrir otro completamente nuevo y diferente, ya sea terminar con una situación, irnos de una relación o movernos a otro lugar, no podemos dejar ningún hilo suelto: tenemos que salvar nuestra responsabilidad, cumpliendo con todos y cada uno de los compromisos que tengamos pendientes. Inclusive estar dispuestos a perdonar, si fuese necesario, a cambiar algunos de los hábitos y de las actitudes negativas que nos acompañaron durante esta etapa de la vida, por otros, positivos, que renueven y suavicen nuestra forma de vivir y que realmente nos impulsen a abrir un nuevo ciclo.
No podemos abandonarlo todo y pretender que las cosas se mantendrán o se arreglarán por sí solas, o que no tendremos que volver a enfrentarlas en algún momento porque ya nos fuimos o, simplemente, así lo decidimos... Los ciclos hay que cerrarlos con conciencia, voluntad y madurez para que podamos dejarlos en el pasado y los efectos que otros produzcan no nos alcancen y sigan afectándonos.
Para cerrar un ciclo tenemos que estar dispuestos a soltar, a renunciar y a cambiar para comenzar de nuevo, porque si no lo estamos, la relación, el apego y el amarre pendiente que mantenemos con ese pasado nos alcanzará en algún momento para que tengamos que afrontarlo, resolverlo y darlo por terminado.
De todas las situaciones que vivimos siempre tenemos algo que aprender, especialmente si fueron difíciles o repetitivas en nuestra vida; lo más importante es que tengamos la claridad que nos permita reconocer y asumir el precio que tendremos que pagar para cerrarlas definitivamente, pensando en la liberación y la que experimentaremos después de hacerlo.
Recuerda que no importa qué tan difíciles o inesperadas sean las situaciones que se te presenten, siempre contarás con la ayuda y la guía divina para afrontarlas y manejarlas; pero serás tú quien tenga que asumir el control y la responsabilidad de la situación, pues sólo a través de la voluntad, el valor, la determinación y la perseverancia, podrás resolverlas y superarlas para experimentar la plenitud que da poner nuestros asuntos en orden y en paz.
Fuente: Maytte Sepúlveda
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