La verdadera felicidad es una sensación interior de libertad, de tranquilidad, de seguridad y satisfacción. La sentimos cuando salimos a la vida con ganas de hacer las cosas bien, de dar, de mejorar, de trascender
La felicidad, tal como la concebimos usualmente, es sólo un destello pasajero que ilumina nuestra vida, es una emoción indescriptible que así como llega se va, en un abrir y cerrar de ojos, en un instante. La experimentamos cuando conseguimos algo que deseamos o cuando nos ganamos un premio, cuando nos dan una gran noticia o cuando algo nos conmueve y nos quita la respiración por unos segundos... pero es tal su intensidad que rápidamente se diluye y desaparece, dejándonos un gran vacío y, muchas veces, una decepción.
La verdadera felicidad, sin embargo, no consiste en vivir un momento especial, tampoco es una meta o una sorpresa. La verdadera felicidad es lo que sentimos como consecuencia de una forma de ver y vivir la vida, es un estado de conciencia. Ella nos inspira a tener buena voluntad, a ir por la vida llenos de serenidad, equilibrio y armonía, con una pequeña sonrisa dibujada en el rostro. La verdadera felicidad es una sensación interior de libertad, de tranquilidad, de seguridad y satisfacción. La sentimos cuando salimos a la vida con ganas de hacer las cosas bien, de dar, de mejorar, de alcanzar las metas que nos hemos propuesto, de crear, de trascender.
El secreto de las personas felices es que tienen esa maquinita mágica que les permite sumar y multiplicar, en lugar de restar o dividir; es una especie de convertidor de lo aparentemente negativo en positivo, de lo oscuro en lo claro, de lo amargo en lo dulce, de lo triste en lo alegre, de lo imposible en lo posible.
Las personas le quitan importancia a "ser", por el deseo de "poseer", y en el camino para lograrlo van perdiendo la felicidad. La ambición exagerada las lleva a desear lo que no tienen y a desvalorizar lo que ya tienen, ganando con esto penas y preocupaciones sin razón.
Aprendamos a transitar por la vida ligeros de equipaje, y con unos lentes que suavicen el paisaje del diario vivir, dejemos a un lado la costumbre de ver y resaltar el lado oscuro de cada situación y busquemos siempre el aspecto positivo de cada experiencia. Ser optimistas nos permitirá reconocer los elementos negativos de una situación sin que éstos nos paralicen, con la confianza de que podremos enfrentarlos, resolverlos y superarlos.
Es más fácil recorrer la vida con una actitud positiva y confiada, ayudados por la linterna del optimismo, el entusiasmo y la esperanza, que vivir en la oscuridad de la ignorancia, temiéndole a todo lo que imaginamos que puede pasarnos de forma pesimista y negativa.
PARA TENER PRESENTE
• Cuando caigas, levántate y no pierdas la lección.
A veces, no obtener lo que queremos también puede ser un regalo.
• Sigue las tres R Respeto por ti, respeto por los demás y por la vida y responsabilidad por tus acciones.
• Una atmósfera de amor en tu hogar es de verdad fundamental en la vida
• Comparte tus conocimientos, es una excelente forma de trascender.
• Sé consciente y respetuoso con la Madre Tierra.
• Cuando cometas un error, reconócelo y da los pasos necesarios para corregirlo.
• Nada es tan importante como para hacerte perder la calma.
• No dejes que un pequeño desacuerdo destruya una gran amistad.
• No es lo que te pasa lo que te afecta, sino cómo lo interpretas.
• No importa lo que pase, siempre hay que continuar sonriendo.
• Si quieres vivir intensamente, vive lentamente.
• Saca algo positivo de todas las situaciones, aún de la adversidad.
• Recuerda, no estarías vivo si no hay una buena razón.
• Elige estar bien contigo y ser mejor persona. *
Fuente: Maytte Sepúlveda
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