estarás al principio de lo que debes sentir.
GlBRÁN JALIL GlBRÁN
Los verdaderos triunfadores en la vida
integran la inteligencia racional con una
alta inteligencia emocional, siendo esta
combinación el factor de su éxito.
Comentarios sobre la teoría de Daniel Goleman
Daniel Goleman es sin duda el psicólogo más famoso de la actualidad. Se ha distinguido como un investigador serio y profundo que ha formulado interesantes y revolucionarias tesis sobre la vida, la salud y la inteligencia emocional del ser humano.
De entre las diversas aportaciones y teorías de Daniel Goleman, la referente a la inteligencia emocional del ser humano es la que más éxito ha tenido y la que más ha influido en otros investigadores durante los últimos cinco años. Su libro, titulado precisamente La inteligencia emocional, ha sido no sólo de los más vendidos, sino que ha inspirado y abierto las puertas a un sin número de aplicaciones para tan novedoso y atractivo concepto. Muchos autores han partido de los postulados de esta teoría y han hecho aplicaciones interesantes a los casos de la familia, los niños, los jóvenes, los padres, las empresas y el liderazgo mismo. Para Daniel Goleman, la inteligencia emocional es la fuerza o energía afectiva que hace feliz y exitoso al ser humano a partir de la empatia, la capacidad de autocrítica, la autoconfianza, el autocontrol, la motivación proveniente de metas trascendentes, la honestidad e integridad, la capacidad para trabajar en equipo y el sentido social o comunitario.
El cociente intelectual y las habilidades técnicas son importantes, pero la inteligencia emocional es la condición sine qua non del liderazgo.
Goleman ha encontrado en sus investigaciones recientes que los líderes más efectivos coinciden en un factor fundamental: todos ellos demuestran un alto nivel de inteligencia emocional. Este tipo de inteligencia influye tanto en su actuación como en sus compromisos, actitudes y conductas, los cuales se agrupan en las cinco dimensiones siguientes:
De entre las diversas aportaciones y teorías de Daniel Goleman, la referente a la inteligencia emocional del ser humano es la que más éxito ha tenido y la que más ha influido en otros investigadores durante los últimos cinco años. Su libro, titulado precisamente La inteligencia emocional, ha sido no sólo de los más vendidos, sino que ha inspirado y abierto las puertas a un sin número de aplicaciones para tan novedoso y atractivo concepto. Muchos autores han partido de los postulados de esta teoría y han hecho aplicaciones interesantes a los casos de la familia, los niños, los jóvenes, los padres, las empresas y el liderazgo mismo. Para Daniel Goleman, la inteligencia emocional es la fuerza o energía afectiva que hace feliz y exitoso al ser humano a partir de la empatia, la capacidad de autocrítica, la autoconfianza, el autocontrol, la motivación proveniente de metas trascendentes, la honestidad e integridad, la capacidad para trabajar en equipo y el sentido social o comunitario.
El cociente intelectual y las habilidades técnicas son importantes, pero la inteligencia emocional es la condición sine qua non del liderazgo.
Goleman ha encontrado en sus investigaciones recientes que los líderes más efectivos coinciden en un factor fundamental: todos ellos demuestran un alto nivel de inteligencia emocional. Este tipo de inteligencia influye tanto en su actuación como en sus compromisos, actitudes y conductas, los cuales se agrupan en las cinco dimensiones siguientes:
Autoconciencia y autocrítica.
Autocontrol y autorregulación de la conducta.
Motivaciones trascendentes.
Empatia.
Compromiso social.
Autoconciencia y autocrítica
¿Cómo impactamos en los demás?
¿En qué aspecto debemos crecer?
Esta capacidad de autocrítica implica honestidad e integridad, y responde al antiguo mandato del oráculo de Delfos que, como la sentencia socrática, rezaba:
"Conócete a ti mismo". La autocrítica supone, además, el conocimiento de nuestras propias fuerzas, debilidades, emociones, necesidades, deseos e impulsos.
Es interesante hacer notar que esta primera dimensión, señalada por Goleman, se puede observar en algunos grandes líderes como Gandhi, Martin Luther King, y la madre Teresa de Calcuta, en los cuales el crecimiento del yo estuvo basado, sobre todo, en su capacidad de autocrítica, con la que ubicaban sus áreas de debilidad, y las dominaban, para poder experimentar una superación constante.
Autocontrol y autorregulación de la conducta
Control sobre mí mismo
Ser amo de mis impulsos
Esta segunda dimensión de la inteligencia emocional deriva en parte de la anterior y se refiere a la capacidad del líder para optar por suspender o controlar sus emociones y comportamientos. Su dinámica se puede sintetizar en la habilidad de "pensar antes de actuar" (el conocido método de contar hasta 10), lo que implica un acto de toma de conciencia, apertura y humildad por parte de la persona o el líder.
Esta autorregulación se refiere también a la habilidad de controlar o redirigir estados de ánimo e impulsos destructivos y a la tendencia a eliminar la costumbre de emitir juicios anticipados.
Dentro de esta dimensión, es necesario contar con las siguientes capacidades: apertura al cambio, humildad, honestidad con uno mismo y comodidad ante la ambigüedad, es decir, saber manejar situaciones bipolares indefinidas.
Como ya señalamos, en Oriente, y más específicamente en la India, se practican técnicas milenarias, como el yoga y la meditación, mediante las cuales es posible generar, de manera natural, un poderoso control sobre el cuerpo, las emociones, la mente y el alma de uno mismo.
Motivaciones trascendentes
¿Son mis metas superficiales o valiosas?
Esta dimensión se refiere a la energía, persistencia y tenacidad dirigidas al logro de metas trascendentes que van más allá del estatus o el dinero. Dentro de esta dimensión de la inteligencia emocional, la motivación, como la entiende Goleman, se traduce en una auténtica pasión por objetivos trascendentes, cargados de optimismo incluso en el caso de falla o derrota, que además implican un alto compromiso personal, grupal, institucional, organizacional y universal. Según Goleman, el Dalai Lama es un buen ejemplo de ello. Cabe señalar, además, que entre ambos existe una vieja y sólida amistad. Pero, además, Gandhi, Martin Luther King y la madre Teresa de Calcuta son claros ejemplos de cómo esta motivación puede llevar al logro de metas verdaderamente trascendentes y significativas que van más allá de un título o una
función.
Empatía
Ponerme en los zapatos del otro
Sentir con el otro y comprenderlo
Goleman no entiende la empatia sólo en su concepto tradicional, es decir, como la capacidad de "sentir con el otro", sino como la habilidad y virtud de entender el entorno psicológico y emocional del ser humano y de tratarlo de acuerdo con su personalidad y sus reacciones emocionales. En este sentido, el líder debe tener una gran sensibilidad intercultural, así como una capacidad de percepción e intuición muy desarrollada. La empatia así entendida produce en quien la posee un perfil educador y generador de talento, así como una gran capacidad para generar arraigo y lealtad por parte de sus seguidores.
Compromiso social
Capacidad de relación y vinculación
Compromiso frente al grupo y la comunidad
Esta capacidad se refiere al talento en el manejo de las relaciones humanas, así como a la construcción de redes de trabajo y a la habilidad de trabajar en equipo. Goleman señala un talento en particular en esta dimensión: la habilidad de encontrar áreas y metas comunes y de construir rapport, o contacto en la relación interpersonal. Para llevar a cabo esta importante habilidad social se requiere de persuasión y una gran experiencia en el manejo y construcción de grupos.
Perfil comparativo
Inteligencia racional (CI)
Usted:
1. Piensa y reflexiona.
2. Prefiere aislarse y tomar distancia
3. Por lo general se muestra frío
4. Se muestra serio y hosco.
5. Prefiere ser hermético.
5. Prefiere ser hermético.
6. Se centra en sí mismo (egocéntrico)
7. Tiene gran habilidad en el manejo de datos y cifras.
8. Es parcial, analítico y dogmático
8. Es parcial, analítico y dogmático
9. Encuentra más seguridad en el pasado.
10. Ve el mundo como un conjunto de sus intenciones situaciones y hechos
10. Ve el mundo como un conjunto de sus intenciones situaciones y hechos
Inteligencia emocional (CE)
Usted:
1. Siente, se relaciona y reflexiona.
2. Se vincula e integra, es comunitario
3. Prefiere ser cálido.
4. El contacto humano y la empatia son su regla
1. Siente, se relaciona y reflexiona.
2. Se vincula e integra, es comunitario
3. Prefiere ser cálido.
4. El contacto humano y la empatia son su regla
5. Disfruta siendo abierto.
6. Busca siempre el bien de todos.
7. Tiene un alto nivel de creatividad
6. Busca siempre el bien de todos.
7. Tiene un alto nivel de creatividad
8. Es incluyente y con visión holística, es decir, de totalidad.
9. Disfruta más proyectando el futuro.
10. Siente más bien a las personas, y emociones.
9. Disfruta más proyectando el futuro.
10. Siente más bien a las personas, y emociones.
Instrumento para autoevaluar la inteligencia emocional.
Lo que nos proponemos con este apartado es unir las fuerzas y los talentos de ambas inteligencias para generar un equilibrio y una salud integrales en las personas.
El objetivo es que las fuerzas unan, no que separen las debilidades, ya que el reto de toda sociedad, familia y organización sanas, maduras y en crecimiento, es aportar y educar al mayor número de eruditos emocionales, concepto que hemos creado a partir de las conclusiones de Enrique Rojas, quien define al analfabeto emocional como un ser humano desintegrado y despojado de toda vida afectiva-sentimental, que poco aporta al desarrollo social humano en todos los campos.
El "yo pienso" y el "yo siento"
en las relaciones humanas
Tanto en psicología como en relaciones humanas está suficientemente investigado que las actitudes y conductas generosas, respetuosas y empáticas hacia los demás, promueven el crecimiento y la autoestima. Estas relaciones humanas positivas impulsan el crecimiento y desarrollo de las personas y siempre dan buenos frutos. Por el contrario, las actitudes y los comportamientos agresivos, fríos y negativos dejan como resultado heridas, frustraciones y miedos que traen consigo baja autoestima e inseguridad en las personas que son tratadas de esa manera.
Durante los últimos años, las corrientes de la psicología humanista, del desarrollo humano y de las relaciones humanas, han propuesto sustituir en el manejo de las transacciones y relaciones humanas cotidianas de todo tipo, el "yo pienso" por el "yo siento", argumentando, con razón, que los seres humanos somos fundamentalmente seres sensibles que, ante la expresión y comunicación de sentimientos y emociones, respondemos siempre con más éxito, apertura y resultados positivos que ante las ideas, los conceptos y las razones.
Como ya señalamos, cuando aludimos a la inteligencia racional y a la inteligencia emocional no pretendemos negar o devaluar la importancia del "pensar", sino que tratamos de dejar en claro que la variable emocional es más promisoria respecto al éxito en las relaciones humanas. Para ejemplificarlo, debemos tener presente que, no por nada, en la sabiduría popular — que es la más sabia de todas — se comprende que los seres humanos no somos robots, ni máquinas, ni gente "de hule", sino que somos precisamente humanos que necesitamos del contacto interpersonal antes de poder pensar o procesar ideas y conceptos. Se considera contacto interpersonal a toda relación en la que se establece, antes que nada, una liga emocional y/o sentimental que produce o bien la apertura o bien la cerrazón frente a las ideas, los conceptos, los pensamientos o las razones. Este postulado y esta propuesta de la psicología y de la escuela de las relaciones humanas es tan cierta que al pensar en la necesidad afectiva y de nutrimento básico de un bebé o infante, es imposible negar que con ellas se hace referencia fundamentalmente a las emociones, el cariño y la cercanía que le brindan su madre, su padre, su familia y todo su entorno; ellos son
algo así como un "útero" que se encarga de formar socialmente al niño.
Es más, las investigaciones realizadas respecto de este tema señalan que la salud psicológica de jóvenes y adultos depende directamente —a decir también de la sabiduría popular— de la cantidad de "ternura" y no de "ternera" que haya recibido el infante en sus primeros años. De hecho, Freud y muchos otros grandes teóricos de la psicología señalan como esencial para la salud emocional de todo ser humano la necesidad de afecto.
Queda pues como reto para todos los líderes, la tarea de incrementar la intensidad en el manejo de las emociones, los sentimientos y la inteligencia emocional en todos los ámbitos de su vida, equilibrando o sustituyendo debidamente el "yo pienso" por el "yo siento".
Por otro lado, no debemos permitir que nuestros sentimientos y emociones bloqueen o dominen nuestra razón, neutralizando de ese modo la importancia que tienen en cada ámbito de nuestra vida, sino buscar que dichos sentimientos y emociones la iluminen y enriquezcan.
El capital emocional en los grupos y las organizaciones
Es nuestro deseo complementar el modelo propuesto por Goleman con un nuevo concepto que es resultado, como ya dijimos, del trabajo en investigación y consultoría de empresas que hemos realizado por más de 25 años. Nos referimos al capital emocional en los grupos y en las organizaciones, cuya definición más precisa sería: La energía afectiva generadora de comportamientos sanos y productivos, que refuerzan y dan sentido a la misión, a los valores y a los objetivos de un grupo o de una organización.
En los últimos cinco años, se ha formulado el concepto de capital intelectual como aquella suma de conocimientos, información, experiencias, habilidades y hechos que constituyen el valor y patrimonio de un grupo o una organización, y que supone el conjunto de conocimientos en los que se fincan el pasado, presente y futuro de dicha organización.
Dentro de la idea de capital intelectual se le da mayor importancia y jerarquía al conocimiento humano en términos de capacidad, es decir, de know how o "saber cómo", o bien de cualquier manifestación del saber aplicado en pos de resultados óptimos en el quehacer grupal y empresarial. Como es de esperarse, la inteligencia racional goza de un papel preponderante en este contexto.
El capital intelectual tiene que ver con el "yo sé" y el "yo puedo", que se reducen al soy capaz, pero antes que todo ello, se encuentra el "yo quiero" y el yo siento, que se refieren precisamente a la fuerza motivacional y emocional que posee todo trabajador, empleado, ejecutivo o directivo. Por esta cuestión, hemos decidido acuñar el anglicismo feel how o "sentir como", a manera de complemento del conocido y antes mencionado know how.
Volviendo al concepto de capital emocional, el diccionario de psicología define emoción de la siguiente manera:
Experiencia o estado psíquico caracterizado por un grado muy fuerte de sentimiento y acompañado casi siempre de una expresión motora a menudo muy intensa.
Estado de conciencia total que comprende un tono afectivo distinto y una tendencia activa corporal específica.
¿A qué hechos, conductas, actividades y sentimientos se refiere la energía emocional definida por estos enunciados?
¿De qué manera esta energía, es decir, estas actitudes, conductas y hechos impactan la productividad grupal y organizacional?
En los últimos cinco años, se ha formulado el concepto de capital intelectual como aquella suma de conocimientos, información, experiencias, habilidades y hechos que constituyen el valor y patrimonio de un grupo o una organización, y que supone el conjunto de conocimientos en los que se fincan el pasado, presente y futuro de dicha organización.
Dentro de la idea de capital intelectual se le da mayor importancia y jerarquía al conocimiento humano en términos de capacidad, es decir, de know how o "saber cómo", o bien de cualquier manifestación del saber aplicado en pos de resultados óptimos en el quehacer grupal y empresarial. Como es de esperarse, la inteligencia racional goza de un papel preponderante en este contexto.
El capital intelectual tiene que ver con el "yo sé" y el "yo puedo", que se reducen al soy capaz, pero antes que todo ello, se encuentra el "yo quiero" y el yo siento, que se refieren precisamente a la fuerza motivacional y emocional que posee todo trabajador, empleado, ejecutivo o directivo. Por esta cuestión, hemos decidido acuñar el anglicismo feel how o "sentir como", a manera de complemento del conocido y antes mencionado know how.
Volviendo al concepto de capital emocional, el diccionario de psicología define emoción de la siguiente manera:
Experiencia o estado psíquico caracterizado por un grado muy fuerte de sentimiento y acompañado casi siempre de una expresión motora a menudo muy intensa.
Estado de conciencia total que comprende un tono afectivo distinto y una tendencia activa corporal específica.
¿A qué hechos, conductas, actividades y sentimientos se refiere la energía emocional definida por estos enunciados?
¿De qué manera esta energía, es decir, estas actitudes, conductas y hechos impactan la productividad grupal y organizacional?
La fuerza que impulsa el éxito de una compañía
son las ideas y los sentimientos, y la verdadera tecnología
es la cristalización de una filosofía.
SOICHIRO HONDA
La historia de la humanidad ha demostrado que los grandes logros, retos, cambios y resultados han sido, primero y antes que nada, producto de una motivación, de un "yo quiero" independiente y previo al "yo puedo". Asimismo, la investigación en ciencias administrativas ha sido consistente en señalar que las grandes contribuciones de la vida empresarial e institucional, están basadas en los procesos de motivación, lealtad y reconocimiento, así como en los sentimientos y conductas que son propias del capital emocional con que cuenta toda organización, siempre y cuando sus líderes hayan sido capaces de despertarla, fomentarla y cultivarla, reforzándola de manera permanente. Son 10 los sentimientos y conductas principales que integran la energía ocapital emocional, a saber:
1. Seguridad y confianza
2. Lealtad y fidelidad
3. Pertenencia y arraigo
4. Honestidad e integridad
5. Compromiso y Responsabilidad
(Capital Emocional > ¡Yo Siento! >¡Yo Quiero!)
6. Gratitud y entrega
7. Motivación y deseo
8. Valoración y orgullo
9. Reconocimiento y recompensa
10. Amor y sacrificio
6. Gratitud y entrega
7. Motivación y deseo
8. Valoración y orgullo
9. Reconocimiento y recompensa
10. Amor y sacrificio
Es indudable que estos sentimientos y estas conductas son la base de las relaciones y los procesos productivos humanos. Todos ellos se integran al "yo siento" y al "yo quiero" para dar lugar a la fuerza primordial y motora de toda actividad responsable y productiva. De todo lo anterior podemos extraer la siguiente conclusión:
La inteligencia emocional del líder tiene como razón y objetivo
fundamental, generar y mantener un capital emocional
en los grupos y organizaciones, como la verdadera causa
de la productividad humano-organizacional.
de la productividad humano-organizacional.
Fuente: Siliceo Aguilar Alfonso
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