
Es difícil explicar todos los pequeños cambios que se producen en la mujer a partir de ese momento. Los factores físicos se complementan con los psicológicos. El crecimiento de la barriga generalmente va acompañado con un crecimiento como persona. El hombre y la mujer comparten muchas cosas durante el embarazo. Se crea un nuevo vínculo en la pareja, que se desarrolla con una nueva fortaleza.
Describir lo que se siente al ser padre no es sencillo. Quizás primero habría que definir cuando se comienza a ser padre. Algunos dicen que se es padre desde el nacimiento, otros creen que ese título se gana a partir de la concepción.
Por experiencia puedo asegurar que se comienza a ser padre de a poco, con cada una de las pequeñas cosas que hacen que el hombre empiece a tomar conciencia del gran cambio que tendrá su vida. Pueden surgir algunos temores o inseguridades que se van resolviendo en el camino.
Cada hombre es un mundo en si mismo y vive de forma diferente el proceso del embarazo. Algunos sobreprotegen, otros se alejan. Sin dudas el denominador común es que todos pasamos por momentos de mucha ansiedad. Seguramente la mejor forma de ayudar a la embarazada es siendo compañero y estando listo para cuando sea necesario. La clave es el equilibrio, teniendo en cuenta que la mujer se encuentra en un momento de sensibilidad especial por sus cambios corporales y todo el nuevo mundo que se presenta.
Acariciar y escuchar la barriga se transforma en un hábito más que placentero. Sentir como se mueve en su mundo es un acercamiento revelador. Día a día se empiezan a definir mejor las partes: se puede sentir la cabecita, los piecitos, la espalda y muchas cosas más. En el momento que se confirma el sexo de la criatura, una electricidad especial recorre a los padres. Es una emoción similar a conocer un secreto bien guardado. Conocerlo a través de las ecografías, ver sus movimientos, escuchar su corazoncito latir a galope firme, pinta una sonrisa de oreja a oreja en los futuros papás.
El embarazo es un período hermoso, que en realidad dura poco tiempo, porque nueve meses no es mucho teniendo en cuenta la extensión de una vida. En los días previos al nacimiento la ansiedad supera a los nervios y uno espera que todo llegue rápido y salga bien. Nada más que eso. Nada menos que eso.
Familiares, amigos y conocidos preguntan cuanto falta. Los futuros papis comienzan a organizar el lugar que ocupará el nuevo integrante de la familia. La elección de la cuna, el cochecito, los pañales, la ropita, los regalos y algunas herencias comienzan a llegar a la casa. Todas esas cosas suben los niveles de ansiedad, el que hay que aprender a controlar.
La futura mamá teje sus mejores prendas para el pequeño que está por venir. Elige los colores y los modelos donde deposita sus sueños.
Se repasan los papeles, las cosas que hay que tener listas. Aunque a la hora de las contracciones siempre puede surgir algún imprevisto. Y cuando llega el momento es una montaña rusa con los carritos andando a toda velocidad.
A través de las contracciones uno entiende el dolor del otro, sobre todo cuando se hacen más intensas. Yo aún siento las manos de mi mujer apretando las mías y creo que esa sensación no lo voy a olvidar jamás. La contención de parte del hombre es fundamental en ese momento. Hay que saber encontrar el punto justo para acompañar sin molestar y dejar que la naturaleza haga lo suyo. Desde la perspectiva masculina sorprende la fortaleza y entereza en la mujer. Realmente provoca admiración semejante acto de entrega total. Es la conjunción perfecta del cuerpo y el alma en un solo lugar.
Cuando se ve salir al bebé, escuchar el llanto es el primer indicador de que todo va bien. Ver la cara de quienes están asistiendo el parto es la confirmación de que el bebé está sano y salvo.
Rápidamente la madre lo toma entre sus brazos, y cuando el pequeño logra vencer la timidez y abre los ojos por primera vez, se produce el contacto visual. Amor a primera vista entre los dos, aunque dicen que ese par de ojos tímidos aún no distinguen nada, de seguro que el bebé sabe bien con quien está.
Lo que viene después se ve borroso por las lágrimas. Si alguno tiene la fortuna de poder verlo en video podrá tener una hermosa repetición del mejor gol. Para el padre es una sensación especial poder tenerlo en brazos por primera vez. Se puede sentir la suavidad y la fragilidad de ese pequeño ser. Los llantos no lastiman, ni cansan, en ese instante todo parece mágico.
Si uno presta atención podrá percibir los latidos del corazón y la respiración de la criatura, cuando la aceleración de padre e hijo se hacen una. Con la punta de los dedos se acaricia con cuidado la carita arrugadita y suavecita del bebé, para saber que es real y que ya está acá.
Si uno presta atención podrá percibir los latidos del corazón y la respiración de la criatura, cuando la aceleración de padre e hijo se hacen una. Con la punta de los dedos se acaricia con cuidado la carita arrugadita y suavecita del bebé, para saber que es real y que ya está acá.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, aunque yo creo más en el lenguaje escrito, ni un millón de palabras ni las imágenes en alta definición pueden igualar una emoción así.
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