Cambio positivo

CAMBIO Y AUTOESTIMA


Esteban es un hombre alto, guapo y comprensivo, tiene muchos amigos, cercanos y leales, y es dueño de una confortable casa que ha equipado con muchos lujos.
Impresiona a los demás por ser algo ambicioso, equilibrado y muy preocupado por los detalles –un hombre que ha alcanzado éxito financiero y estabilidad personal a una edad relativamente temprana.
Sin embargo se ve a sí mismo de una manera totalmente diferente. Sigue tratando de lograr cosas de las que carece y siempre está corriendo para estar a la altura de él mismo. Toda su vida se ha sentido así. Nunca fue inteligente como su hermana mayor y nunca fue tan emprendedor como su hermana menor, ni sintió tanta seguridad en sí mismo como sus amigos parecían tener. Y nunca se sentía a la altura de las circunstancias.
Esteban no encuentra mucha alegría en sus logros y por lo general se siente culpable. Siempre se culpa de que debería haber visto venir el temporal, o que debería haber hecho las cosas distintas. Esteban cree que no se merece una gran relación amorosa y ya que se siente incapaz de tener una, es muy probable que siga haciendo malas elecciones. Saboteará su propia felicidad por ver solo aquello que se está perdiendo en vez de ver lo que tiene. Es muy improbable que obtenga lo que quiere.
Esteban está angustiado. Para salir del hoyo debe lidiar con un obstáculo: el creer que no se merece algo mejor.
El creer que no se merece algo mejor es una línea de fondo cuando uno bloquea su camino. Debilita mucho más que el dolor y la confusión de su circunstancia actual, y obstruye las mejores intenciones y más sinceros deseos de cambio. Le impide limpiar su camino de otros obstáculos. No importa qué quiera, no saldrá del hoyo a menos que crea que merece una vida mejor y sea capaz de cambiar.
Uno debe ir cantando en su interior, como un niño “puedo hacerlo, puedo hacerlo, puedo hacerlo” si quiere alcanzar su destino. Si la barrera numero uno tuviera voz propia repetiría fuerte e insistente un mensaje totalmente distinto “No, no puedes, no eres lo suficientemente listo, ni fuerte, ni inteligente, es mejor que te conformes con algo que puedas obtener con tus bajas cualidades”. Esa odiosa vocecita puede sonar como la de un padre, maestro, antiguo amante, o ex esposo o esposa. Ellos fueron los críticos que primero establecieron que usted nunca estaría a la altura.
Hoy en día esa voz es suya. Ha llegado a creer que no tiene valor, que no es amable y que es merecedor del destino que la vida le depara –y nada más-.Este efecto de barrera en su vida es más claro y más fácil de ver que los otros.
Si piensa que no puede cambiar, no lo hará. Si piensa que no está a la altura de las circunstancias, no lo estará. Se conformará con las migajas que echan en su camino. Si no cree que merece algo mejor, no encontrará fuerza de voluntad, energía o razón para seguir intentándolo. En virtud de sus inadecuaciones autoproclamadas, piensa que nació para estar atorado y no puede salir del hoyo.
En los últimos años es muy probable que usted haya leído artículos en periódicos o revistas, o haya visto películas o programas en la televisión sobre cónyuges de los que se abusa. Es posible que conozca a alguien que esté inmerso en una relación abusiva o tenga una experiencia personal en esa área. Muy seguido, la persona agredida (marido o mujer) logra superar violencias físicas cerradoras y humillaciones para permanecer con su victimario por años y años, después de que el abuso ha empezado. Muchas veces la víctima nunca sale de la relación y no toma acción significativa para detener los ataques. ¿Por qué?
Con frecuencia, la pobre situación económica de la víctima la mantiene atorada; sin embargo, los científicos sociales tienen muchas otras teorías; pero cuando todo se ha dicho y hecho, todo se reduce a una sola y poderosa razón: además de infligirle daño físico, la violencia doméstica destruye el sentido de autovalía de la víctima.

La autoestima de un cónyuge agredido es tan baja que acaba por creer que merece lo que está sucediendo. El creer que no se merece algo mejor, se ve más claramente en lo que uno hace. Uno no cambia y no hay fuerza del exterior que sea capaz de hacerlo –ni siquiera una amenaza física a su supervivencia.

1.- Subestima sus capacidades y oportunidades de tener éxito, se persuade a sí mismo de no intentar el cambio.
La barrera numero uno, lo que hace es que envuelve la percepción que tiene de sí mismo, desvalorizándolo inconscientemente, con lo cual, le resta confianza. Al verse en los espejos de la barrera –que solo reflejan los fallos y cosas inadecuadas- se convierte en un mal juez de su propia habilidad. Atorado y a disgusto con ellos, minimiza u olvida los éxitos del pasado mientras que magnifica sus fracasos, como si acabaran de ocurrir. Para evitar cualquier otra posible falla, uno sacrifica sin miramientos todo probable éxito.

2.- Por temor a que otros lo vean como usted se ve a sí mismo, se sobrecompensa por las inadecuaciones visibles, lo que produce estrés y enfermedades relacionadas con el mismo.
El éxito externo no siempre es un indicador de confianza o alegría. Muchos de los que se mueven, sacuden y tienen logros en las finanzas, negocios entretenimientos y otros campos llegan lejos rápidamente para sobrecompensar sus sentimientos de inadecuación y poca autovalía. Puedes sentirte vacío a pesar de un gran éxito aparente. Los esfuerzos para sobrellevarlo pueden haberte convertido en un adicto al trabajo, pueden haberte echado a perder más de una relación o tal vez te hayan acorralado en un sinfín de maneras. Muy probablemente el estrés por sobrecompensar y sobrelograrse se le haya hecho insostenible y tenga ataques de ansiedad, migrañas, úlceras o se haya hecho dependiente de sustancias adictivas. Para hacer las cosas peor, usted está atorado con esos nuevos problemas además de seguir con los viejos.
Está seguro de que fue usted el que los creó y, por lo tanto, el cambio parece más difícil y menos probable que nunca.

3.- Usted crea y vive profecías de autosatisfacción
Los seres humanos, predicen lo que les va a pasar en función de lo que perciben de su propia habilidad o valor y actúan a partir de ello.
- No hay manera de que pueda pasar este examen- dice un estudiante universitario. Por lo que, en vez de estudiar, se va de fiesta en fiesta con los amigos, y su profecía se hace realidad cuando reprueba el examen.
- -Nunca me aumentarán el sueldo- dice la secretaria. –
Mi odioso jefe no soltará ni un centavo de más aunque su vida dependiera de ello. ¿Me mato trabajando para nada?
Su actitud se muestra y la derrota. Ella decide cumplir solo con los requerimientos mínimos de su trabajo, y se asegura de utilizar cada una de las ausencias por enfermedad apenas las consigue. Cuando su desempeño laboral es revisado, apenas si pasa la prueba y no se le ofrece el aumento. Lo cual no la sorprende. Sabe que no podría sacarle más dinero a su jefe.
De incontables maneras, cada día se vive en función de la imagen que se tiene de sí mismo. Si esta imagen es negativa, de forma consciente o inconsciente uno la refuerza. Usted predice el fracaso, o cumple su profecía.

4.- Al tratar desesperadamente de aumentar su confianza o de bloquear sentimientos dolorosos, usted desarrolla hábitos derrotistas y adicciones peligrosas.
La gente que es adicta al alcohol o a las drogas, aquellos que comen compulsivamente, los apostadores y los que dilapidan el dinero, al igual que aquellos que buscan consolarse con vacuos encuentros sexuales, tienen una muy mala opinión de sí mismos. Su autoestima ha sido baja desde mucho antes de que perdieran el control de sus vidas, dependencias y obsesiones. Las drogas, el alcohol y la breve exaltación de la adrenalina al ganar en un casino, ofrecen un falso sentido de poder, confidencia y bienestar.
Pero son tan atrayentes que uno sustituye con sentimientos artificiales los de una gran autovalía que no se ha podido adquirir de forma natural.
En otras instancias, las drogas, el alcohol, la comida, el sexo y gastar excesivas sumas de dinero son usadas no para producir sentimientos, sino para matarlos, para encubrir inseguridades, para detener a un mundo que gira demasiado rápido o para evitar enfrentarse con problemas reales o imaginarios. Sin importar cual sea la razón para adoptarlos, estos hábitos y dependencias nos llevan inevitablemente a sentimientos más grandes de debilidad e inadecuación.
Al tratar de llenar los espacios vacíos con lo que haya, lo que uno encuentra son botiquines, licoreras, casinos y refrigeradores, cosas que parecen resolver el problema por un tiempo. Pero uno no se puede engañar, en vez de sentirse algo más a gusto consigo mismo, acaba por tener algo más que cambiar, otra misión más que llevar a cabo, un hoyo más del cual salir.

5.- Usted queda atrapado en un ciclo sin fin, una espiral que desciende hacia el desamparo.
Cuanto menos se gusta a sí mismo, más herido se siente. Cuanto más herido se siente uno, menos se gusta. Este círculo vicioso lo deja atorado en tanto que la buena vida sigue sin usted. Sume nuevos elementos a una lista de cosas que le hubiera gustado hacer, pero que nunca hizo.
Observe cómo su vida se torna mortecina en vez de vivirla plenamente. Los sueños y las metas que tiene para sí mismo se hacen negras. Tal vez nunca tuvo sueños ni se fijó muchas metas. ¿Tiene ansia de una vida mejor pero no encuentra el camino a la mesa del banquete? ¿Acepta solo las sobras? Si así los hace, está bajo el encantamiento de la más común e insidiosa de las barreras, la cual lo atrapa y sacude la voluntad de cambio que hay en usted. Le pega cuando está abajo. Esta barrera empieza a funcionar cuando ya está usted padeciendo la caída de la baja autoestima.

AUTOESTIMA
La autoestima es tanto la imagen de sí mismo que uno lleva en todo momento como la opinión que se tiene hacia ella. Esta imagen y como la evalúa influye en todo lo que hace o deja de hacer. La autoestima se construye con base en lo que siente acerca de sí mismo, y hasta cierto punto, de la opinión que cree que tienen los demás de usted.

¿Cómo se siente consigo mismo? ¿Qué es lo que le gusta de lo que es? ¿De qué cosas piensa que carece? ¿Qué es lo que hace bien? ¿Es usted competente, amable, inteligente, divertido, listo, creativo, apto socialmente, único, chistoso, amigable, bondadoso, responsable o talentoso? ¿O es usted inadecuado, tonto, aburrido, torpe, mediocre, incapaz, poco amable, tímido, inhábil o pronto de fallar? ¿La demás gente tiende a aceptarlo, quererlo, respetarlo, admirarlo, conversar con usted o acompañarlo cuando lo necesita? ¿O tiende más bien a rechazarlo, ignorarlo, reírse de usted, lastimarlo, abandonarlo y ver a través de su fachada? ¿Cuántas cualidades positivas personales puede usted listar? ¿Y por otra parte, ¿Cuántas oraciones que empiecen con “No soy muy…” puede usted completar?

Las respuestas a tales preguntas forman su medida personal, en extremo subjetiva de lo que piensa usted que vale –para sí mismo, para la gente a la que admira, y a veces, para el mundo. Esas respuestas forman sus creencias sobre lo que puede hacer y sus probabilidades de éxito en cualquier área de la vida. Cuando su autoestima es alta, usualmente predice buena fortuna y va en busca de los mejores resultados posibles. Está más motivado, es más positivo y más abierto al cambio. Es usted menos autodestructivo porque, cuanto más a gusto está consigo mismo, es menos probable que se hiera.

La baja estima tiene exactamente el efecto contrario. Está emparentada con un desempeño pobre en la escuela; con el comer en exceso, el alcoholismo, y con otras adicciones; con el comportamiento agresivo y criminal; la promiscuidad; la depresión y el suicidio. Juega un papel poderoso en atorar y mantener a la gente en el hoyo. Pero la autoestima no es algo estático. Cambia. Cada uno de nosotros nace con autoestima alta. Los infantes son el centro positivo de su propio universo, y tienen la idea de que son la estrella más brillante de la galaxia hasta que, de algún modo, poco a poco, acaban por aprender a verse de forma diferente.

PROYECTILES QUE ARRUINAN LA AUTOESTIMA
Ya que usted nació con una autoestima alta, ¿cómo la perdió y como fue que creyó que merecía mucho menos de lo que deseaba? Imagine su autoestima como un edificio en construcción que fue diseñado para usted cuando nació y que prometía un hogar maravilloso de por vida. Cada vez que alguien demostraba su amor o aceptación hacia usted, la base del edificio se hacia más fuerte. Cada éxito que tuvo y cada trabajo cumplido aun el más pequeño fue otro ladrillo sumado al edificio. Cada riesgo tomado y cada gramo de reconocimiento y apoyo que ha recibido, reforzado por la idea de que usted es amable y capaz, hace que su edificio sea un mejor lugar donde vivir. Al mismo tiempo, cada porción de crítica negativa, nombre ofensivo, etiqueta derogatoria y reporte que regresa con rojo en cada una de sus hojas es un proyectil que pega contra su edificio. Esperanzas vanas, amores frustrados, salir del equipo, ser rechazado en un trabajo, ser golpeado por el bravucón del barrio o ser mortificado de alguna forma son cosas que tumban paredes o ventanas en el edificio.

A veces se ha construido lo suficiente para sobrellevar la destrucción y mantener una alta autoestima. Otras veces los proyectiles pegan tan duro y tan tupido que uno no puede volver a la normalidad lo suficientemente rápido. Entonces, las bases del edificio empiezan a tambalearse. Es duro encontrar seguridad, confianza o éxito cuando la autoestima de uno ha sido demolida.

¿Quién es el que lanza esos proyectiles a su edificio de ladrillos? La comitiva de demolición original fue de personas a las que amó o respetó. Padres que diligentemente lo llenaron de críticas negativas. Aquellos que en momentos de ira le dijeron cosas injuriosas, los que alguna vez dijeron en voz alta que ojalá fuera diferente o que nunca hubiese existido. Los maestros encontraron errores en sus mejores esfuerzos. Lo compararon de forma desfavorable con estudiantes que eran más inteligentes, más fuertes o mejor dotados. Le golpeaban los nudillos cuando no se conformaba en función de sus estándares y lo etiquetaban con expresiones tales como “estudiante de lento aprendizaje” o “con problemas de comportamiento” “poco motivado” o “que no cumple con su potencial”.

Los predicadores juran que se quemará en el infierno. Los bravucones lo presionan y se roban su dinero para almorzar. Sus compañeros se burlan de usted, de su ropa o le escogen al último para una carrera de relevos. Un precio más alto fue pagado cuando el abuso, la violencia doméstica o padres alcohólicos formaron parte de su infancia. Todo esto incide en su autoestima. Pocos nos vemos a nosotros mismos como fracasos totales, gracias a Dios. La mayoría nos guardamos las críticas más crueles y las dudas más dolorosas para áreas específicas que nunca pensamos que podríamos medir. El punto débil de una amiga mía era su apariencia física y en cambio a los hombres le resulta muy atractiva. Todos soportamos rechazos, momentos embarazosos y decepciones. Algunos los tomamos muy en serio, algunos no. Algunos son contrarrestados con éxitos, elogios y triunfos igualmente persuasivos. Algunas veces no es la crítica o el fracaso lo que daña nuestra autoestima, sino el sentimiento de no ser reconocidos y aceptados. A veces el Derby de demolición de la autoestima comienza después.

El retrato de uno mismo que ha aceptado como suyo y que le agrada, al igual que la visión que tiene de su vida (yendo indefinidamente en cierta forma), puede ser puesta al revés por eventos que no es posible anticipar. Por ejemplo una mujer, que la abandonó su marido, perdió por un tiempo el sentido de ella misma y de su valor. El papel de esposa y madre dejó de caberle y tardó algo de tiempo antes de que pudiera redefinirse a ella misma como una mujer con hijos que trabaja. Antes de que alcanzara ese punto, se criticó a sí misma por no haber visto la crisis que se avecinaba, se culpaba por el fracaso de su matrimonio, y examinaba intensamente su vida para ver si había algo mal y si en algunas áreas no había dado lo mejor de sí.

De forma similar, los problemas que se acumulan en casa, en el trabajo, o en las relaciones bien pueden comerse la autoestima.

Todos experimentamos sucesos inesperados, crisis vitales y situaciones de tensión que crean dudas y baja autoestima. Si una parte considerable de nuestra autoimagen ha sido positiva, podemos rebotar y reconstruirnos rápidamente. La baja autoestima llevada como exceso de equipaje desde la infancia, pasó como el daño hecho por estar atorado en una situación abusiva o degradante por muchos años, es más difícil de reconstruir o reparar. Sin embargo no es imposible La baja autoestima no es una maldición, un signo de por vida o condición irreversible. El creer que no se merece algo mejor acaba por ser una barrera. Y como toda barrera, puede ser derribada. Crea –o haga como si fuera así de necesario- que existe aunque sea una remota posibilidad de que merece algo mejor y de que es capaz de aprender cómo obtenerlo. Si esto resulta duro, piense que es posible para un amigo suyo, alguien a quien admire, quiera o le guste mucho. Entonces siga leyendo. Familiarícese con los siguientes bloques para construir autoestima y con la forma de usarlos para crear una autoimagen positiva.

CONSTRUIR LA AUTOESTIMA

Este obstáculo es difícil de echar abajo. Una vida de experiencias la han creado y fortificado, y entre los muros están cada creencia y cada idea sobre quien cree ser y lo que es capaz de lograr. Estas imágenes pueden ser poco productivas y malsanas, pero como son familiares y le pertenecen, puede sentirse tenso y defensivo ante la mera idea de alterarlas. Si piensa que no es lo suficientemente bueno, probablemente piense que no tiene oportunidad de ser alguien mejor. Ese tipo de dolor causa dolor o tristeza, por lo que usted construye barricadas para protegerse de esos sentimientos. Muchas de esas defensas se vuelven nuevas barreras (sobre las cuales leerá después) Pero primero debe lidiar con el problema de la autoestima.

Sin levantar la autoestima y sin empezar a creer que merece una mejor vida, no tendrá motivaciones para derribar la otra barrera o para tratar de cambiar de algún modo. Todos los caminos empiezan y llevan a la autoestima. Aunque sea difícil de deshacerse de ella, esta barrera tiene que irse.

Esta barrera funciona en su vida porque usted cree lo que le dice sobre usted mismo. Cuando trate de demolerla, le hablará más fuerte, le meterá más dudas y formará más cortinas de humo. Claro que todo ese ruido y desorden ocurre dentro de su propia mente e imaginación. De hecho, tiene el control de todo. En verdad lo posee. Es su propia voz la que escucha y puede hacer que diga lo que usted quiera. Por lo que ahora es necesario que tengamos fe en nosotros mismos. Tenga algo de fe. En honor a los estómagos revueltos, a las palmas sudorosas y a las pequeñas voces que chillan diciendo “No, de ningún modo, yo no, no puedo”, abra su mente a la posibilidad de que usted puede ser más y mejor de lo que piensa que es y que lo que le sugiero funcionará con usted de la misma forma que ha funcionado con miles de personas.

Simplemente son dos métodos lógicos para aumentar positivamente su autoestima. Lo primero es poner ladrillos en su edificio y segundo es cuidarlo de los proyectiles antes de que puedan causar más daño. Ambos fines se logran acumulando bloques con el fin de construir la autoestima para luego afianzarlos a la base de autoimagen.

La autoimagen negativa actual y su bajo nivel de autoestima puede ser el resultado de eventos traumáticos o degradaciones continuadas que han bloqueado su mente y que usted es incapaz conscientemente de recordar. Aun con estas lagunas de memoria, los bloques de construcción que describo pueden ayudarlo a gustarse más y a creer que merece algo mejor. De cualquier modo, para demoler completamente esta barrera usted puede querer develar los misterios de su pasado, enfrentarlo y aprender cómo influye en su circunstancia y comportamiento actual. Una asesoría profesional –que puede ser terapia individual y/o grupal- puede ayudarlo a lograr ese entendimiento.
Anónimo

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