Liderazgo: El Don del Servicio (IV)

La dimensión espiritual del liderazgo

Un verdadero líder es aquel que ha aprendido previamente a obedecer a otros,
aquel que se siente el servidor de todos
y que jamás se yergue voluntariamente sobre un pedestal.
Quienes persiguen los halagos no merecen nuestra admiración,
más, quien nos sirve,
tiene derecho a recibir nuestro amor.
PARAMAHANSA YOGANANDA
La primera reflexión

En este punto de nuestro desarrollo, necesitamos una expansión urgente de conciencia y consciencia (1) que nos permita ampliar nuestros horizontes hacia el servicio y beneficio comunes. No podemos permitir que las predicciones terribles sobre el futuro, tales como la escasez de agua, el hambre y las guerras, se conviertan en una realidad. Es hora de vencer el egoísmo de unos cuantos y enfrentarnos con el coraje del alma a los retos del momento en que vivimos.

En este mundo hay suficiente para satisfacer la necesidad de todos,
pero no la codicia de todos
M. K. GANDHI

El fenómeno espiritual es la dimensión que mejor ha enseñado el camino de la unión y del bien común. Por espiritualidad entendemos el fenómeno de los más altos valores y de la búsqueda de Dios, el contacto con Él y el acto consciente de Él, aun cuando no se pertenezca a religión alguna. Por ello Peter Drucker, el gran consultor de la administración y economía modernas, cuyo prestigio y sabiduría son reconocidos a nivel mundial, ha llegado a afirmar que:

El problema creado por la penetración del conocimiento científico en el corazón de la existencia humana no es político: es espiritual y metafísico.

Lo que necesitamos es un retorno a los valores espirituales y a la religión.

La sociedad necesita regresar a los valores espirituales, no para neutralizar lo material, sino para hacerlo productivo en su totalidad. Por muy remota que sea su realización en la gran masa de la humanidad, hoy existe la promesa de abundancia material, o al menos de suficiencia material.

1 Conciencia con «c» es un concepto de orden filosófico y se refiere al «conocimiento del bien y delmal»: tengo la conciencia limpia; con «sc» se refiere al concepto psicológico de «darse cuenta»: soyconsciente del problema, es decir, me doy cuenta del problema.

Toda forma de liderazgo, entendida desde la concepción que proponemos, sea el de una maestra, un contador, una hija o el del presidente de un país, se sustenta esencialmente sobre una base espiritual implícita, puesto que busca, promueve y genera un servicio, es decir, un impacto benéfico en el otro y en uno mismo, que se consigue a través de actos de amor unificadores, nunca marginadores.

Este tipo de actos se valen de medios éticos para lograr fines igualmente éticos, es decir, siempre orientados al bien; incluso ocurre, con mucha frecuencia, que la persona que los lleva a cabo se olvida de sí misma y de su comodidad para actuar con un espíritu de sacrificio. Como ya indicamos antes, cuando analizábamos la misión de todo líder, el servir a otros implica una lucha permanente con el propio egoísmo. Nos encontramos, por tanto, frente a la dimensión ético-espiritual de la misión del líder.

¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si
pierde su alma?
JESÚS DE NAZARETH

No dejaremos de insistir en que el liderazgo es, en esencia, una labor de orden espiritual, toda vez que la influencia que genera en otro u otros conduce al logro de un fin valioso y, en última instancia, ético. Sin embargo, esta función no es exclusiva de personas dedicadas a la vida espiritual y/o religiosa, sino que puede presentarse en los seres humanos más normales.

Pensemos, por ejemplo, en la madre que cuida de su hijo enfermo durante noches enteras con paciencia, fortaleza, amor y sacrificio incomparables. Muchos de nosotros conocemos innumerables historias de personajes espirituales que admiramos por atender así a los enfermos, como lo hizo la madre Teresa de Calcuta, pero olvidamos que nuestras propias madres también lo hacen. Existen grandes líderes espirituales entre nosotros sin que nos percatemos de ello.

¿Acaso nuestros padres no influyen amorosamente en nosotros y nos guían hacia la salud y el bien?

El jefe o gerente que se preocupa por sus empleados, por su bienestar, capacitación y seguridad, no sólo por la producción de la empresa, ¿no impacta positivamente la vida de sus trabajadores?
¿Acaso el maestro comprometido no regala a sus alumnos parte de su experiencia y su existencia en cada clase que prepara e imparte con pasión?

Todos estos actos son de un alto contenido espiritual, toda vez que los individuos que los escenifican no persiguen la satisfacción de su egoísmo, es decir, no buscan su satisfacción personal. Estas conductas están basadas en valores universalmente aceptados, como son la bondad, la honestidad, la humildad, el progreso, el amor, etcétera.

Es en esta dimensión espiritual donde los dos conceptos que sustentan este libro, liderazgo y servicio, se presentan a plenitud y han encontrado los mejores ejemplos a lo largo de la historia. Nadie duda que personajes espirituales como Jesús, Buda, Gandhi o Teresa de Calcuta fueron auténticos líderes servidores de la humanidad. Lo maravilloso de esto es que usted, amigo(a) lector(a), puede ser o ya es un(a) líder espiritual, como ya lo señalamos antes y lo iremos descubriendo juntos, y a fondo, más adelante.

La elección de nuestros actos

La posibilidad de elegir entre varias alternativas es uno de los atributos del liderazgo: un líder siempre es un gran "elector", es decir, siempre está tomando decisiones y obviamente las mide y discrimina antes de ponerlas en práctica.

Si la madre Teresa de Calcuta se dedicó a cuidar pobres y enfermos durante toda su existencia (que constituye uno de los actos más amorosos que existen) y nuestra madre o nuestro padre lo hicieron sólo algunas veces, esto no quiere decir que la primera sea espiritual y que nuestros padres no lo sean, sólo es una cuestión de grado, frecuencia y circunstancia. Teresa de Calcuta eligió hacer eso durante toda su vida y tal vez usted lo haga cuando se presente la ocasión; quienquiera que sea la persona y cualquiera que sea la circunstancia, el acto siempre será profundamente espiritual.

La fenomenología existencial, que se asoma de manera directa al ámbito espiritual, sostiene dentro de sus postulados que "El ser humano es lo que hace de sí mismo y nada más" o, como dice Amado Nervo, "El hombre es el arquitecto de su propio destino". Por tanto, tenemos el gran poder y la responsabilidad de elegir lo que hacemos o dejamos de hacer, por lo que tenemos que estar siempre alertas para no cometer errores.

El secreto radica precisamente en la capacidad y el derecho de elegir entre un camino u otro, en medio de las circunstancias que la vida nos presente, utilizando la aptitud que poseemos para discernir entre lo correcto y lo incorrecto de los actos que llevemos a cabo, y evaluando previamente el beneficio o daño que podrían generar.

Por ejemplo, algunos padres eligen quedarse con su hijo cuando está enfermo, renunciando a su descanso y a su comodidad, mientras que otros deciden lo contrario y se van a dormir delegando o no en otros esta tarea, que sólo a ellos corresponde.

Por desgracia, esto sucede en muchos hogares, tanto en países desarrollados como en los que se encuentran en vías de desarrollo. ¿Podría llamárseles hogares a éstos?

La libre elección obedece a uno de los principios espirituales más importantes, que está presente en la gran mayoría de las tradiciones místico-trascendentes o religiones, que es el libre albedrío, entendido éste como la autodeterminación libre y responsable. De lo que se trata es de ser cada vez más conscientes, es decir, de darnos cuenta de lo cruciales que resultan nuestras elecciones cotidianas, para darles un contenido ético-espiritual que genere un provecho a través del servicio que podemos otorgar tanto a otros como a nosotros mismos.

Hemos puesto el ejemplo del hijo enfermo y la madre que lo cuida porque es una situación que todos hemos experimentado, y porque resulta por demás explicativo de la dimensión que alcanza el servicio en los demás dentro del fenómeno del liderazgo.

Esta actitud espiritual y de servicio se derrama hacia todo ámbito y toda forma de liderazgo, sea en una empresa, una escuela, un país y/o el mundo entero. Y decimos que en el mundo entero porque, por raro que esto parezca, cuando un acto realizado por cualquier persona impacta de manera positiva y benéfica a una o más personas, esta influencia trasciende el tiempo y el espacio.

El problema no es el mundo; el problema lo crea uno
en su relación con el otro, y ese problema, al extenderse,
se convierte en el problema del mundo.
KRISHNAMURTI

A continuación exponemos dos casos reales en los que se demuestra, por un lado, que el liderazgo espiritual no es exclusivo de los templos y los hombres dedicados a la vida mística o religiosa y, por el otro, la forma en que cada uno de estos actos trasciende el tiempo y el espacio.
Salvar una vida

Dos hondureños que se dirigían a México como indocumentados (con toda la carga emocional y psicológica que esto implica), encontraron en su trayecto a un niño recién nacido abandonado junto a las vías del tren. En ese momento surgieron frente a ellos dos alternativas: a) dejar al niño donde estaba, expuesto a los rayos del sol, sin preocuparse por su destino, con tal de eliminar el riesgo de ser identificados, capturados y deportados, o b) un segundo camino, que fue el que escogieron, que consistió en subordinar sus propios intereses y metas a un nuevo fin que, de acuerdo con sus valores, era más importante incluso que el riesgo de ser arrestados, es decir,
intentaron salvar la vida del bebito.

Con este acto noble y ético, estas personas, dignas de toda nuestra admiración, simple y sencillamente eligieron el camino más difícil y que implicaba mayor riesgo. El resultado fue que las autoridades mexicanas no sólo no deportaron a los indocumentados, sino que regularizaron su situación migratoria y hasta les consiguieron trabajo como recompensa por su acto.

¿Acaso no fue una conducta espiritual la de estos humildes e indefensos hombres? ¿Eran Buda, Jesucristo o Gandhi? ¿Acaso estas personas no cambiaron en ese momento el curso del planeta? Simplemente el mundo pudo tener un poblador más o uno menos. En una bella analogía, José Manuel Loyola Urueta (2) diría: "¿Acaso el pequeño trompo no está perforando al planeta Tierra?" La visión, la misión y los valores originales de estos héroes anónimos se modificaron ante la situación que enfrentaron, pero además tuvieron el valor de anteponer a su proyecto personal el acto de salvar la vida de un ciudadano del mundo, derrotando así su egoísmo y sus pretensiones y mejorando con ello este planeta.

Las medicinas no se hacen para ganar dinero

En Merck, una de las empresas farmacéuticas más importantes, su director general se lanzó a la difícil tarea de convencer al consejo directivo de que el producto de la industria farmacéutica, es decir, las medicinas, no se hacen para "ganar dinero", sino para "curar" a los seres humanos. En este caso ejemplar, la escala de valores sitúa el beneficio del ser humano en primer lugar, ante lo cual debe subordinarse cualquier interés comercial. Esta persona, por ser un verdadero líder con un alto sentido de servicio a la humanidad, decidió producir y obsequiar Mectizán a los países pobres que lo necesitaban y no podían pagarlo (sobre todo en África). Esta medicina de alto costo sirve para curar la ceguera producida por el consumo de agua contaminada.

La solución de la paradoja religiosa

En este apartado, amigas y amigos, vale la pena hacer una aclaración: la sabiduría popular que, como ya hemos dicho, es la más profunda de todas, señala que hablar de religión, política y "fútbol", es particularmente complicado. No obstante, respetando antes que nada las preferencias religiosas de cada cual, no podemos dejar de tratar este tema, manteniendo una actitud abierta, ecuménica e incluyente, en tanto que es eje y pieza clave del libro. Más aún cuando la religión, como fenómeno humano-espiritual, constituye sin duda la dimensión de mayor influencia en las actitudes, valores y conductas del ser humano y, por tanto, de todos los líderes.

No es lo mismo hablar de espiritualidad que de religión. Como ya hemos dicho, la espiritualidad trasciende a la religión, debido a que la primera se basa en el amor a Dios, que no es patrimonio exclusivo de nadie y, por tanto, de ninguna institución religiosa.

Te amo, hermano, donde quiera que te encuentres,
ya sea que te arrodilles en tu iglesia, rindas culto
en tu sinagoga o reces en tu mezquita.
GlBRÁN JALIL GlBRÁN

(2) Destacado pensador, político y poeta mexicano, autor del libro Soy somos, en el cual comparte con nosotros su visión sobre las cosas bellas de la vida.

Por estas razones, el concepto de religión debe ser redefinido. Por lo general, la religión se entiende y se vive como una experiencia parcializada y excluyente, toda vez que se centra sólo en algunas manifestaciones, como son los ritos, los dogmas, los documentos y las tradiciones. Por ello, Swami Sri Yukteswar, (3) uno de los más grandes místicos hindúes que haya existido, sentenció:
Los diversos credos han erguido barreras casi insuperables, que amenazan con separar a la humanidad para siempre.

Como también señaló en alguna otra ocasión, sólo unas pocas personas extraordinariamente dotadas pueden elevarse sobre la influencia de sus credos personales y descubrir la unidad absoluta que existe en las verdades propagadas por todas las grandes religiones. Es necesario redefinir el sentido original del concepto de religión, por lo que habría que revisar la etimología de tal palabra. Religión procede del latín re-ligare, que significa religar, reunir, unir. Obviamente para unir algo, ese algo tiene que estar desunido: se debe unir primero a cada ser humano con la naturaleza y consigo mismo, para después hacer lo mismo con todos los seres humanos y poder
unir a la humanidad con Dios.

No es ni justo ni responsable hablar de una sola religión, mucho menos asegurar que tal o cual religión es la única que nos puede llevar a Dios. La realidad es que existen varias religiones, y lo curioso es que todas ellas persiguen un mismo objetivo: llegar a Dios.

Sri Yukteswar, en su libro La ciencia sagrada, menciona que "existe una unidad esencial entre todas las religiones; no hay diferencia entre las verdades inculcadas por los diversos credos, todas las escrituras reconocen una sola meta para la existencia".

Incluso todas ellas coinciden en los puntos principales de su búsqueda, lo cual queda demostrado en la llamada filosofía perenne, que Ken Wilber (4) define como aquella visión que integra la gran mayoría de las enseñanzas espirituales, sin importar su origen en cuanto a zona, época o religión y que aparece de manera implícita en todas las culturas y tradiciones, ya sea en el pensamiento de los indios americanos, en las civilizaciones prehispánicas, en la India, en México, en Egipto o en Irlanda. Incluso podemos decir que la filosofía perenne muestra la esencia misma de la religión, es decir, lo que la hace ser religión y no otra cosa.

A continuación se presentan algunos de los puntos más importantes de esta filosofía, que coincide no sólo con las religiones, sino también con postulados científicos reconocidos como los propuestos por la física cuántica.

8. El espíritu existe y está dentro de nosotros.
9. La mayoría de nosotros no tomamos conciencia del espíritu interno, debido a nuestra ignorancia o conducta equivocada.
10. Existe un camino de solución que nos conduce a la liberación.
11. Si seguimos ese camino hasta el final llegaremos a la iluminación o liberación suprema, una experiencia directa del espíritu interno.
12. Esa experiencia marca el fin del sufrimiento y nos conduce a una conducta amorosa y compasiva hacia todos los seres sensibles.

Hasta que no extendamos nuestro círculo de compasión hacia todas las criaturas,
la humanidad no encontrará paz.
ALBERT SCHWEITZER

(3) Gurú de Paramahansa Yogananda y autor de La ciencia sagrada.
(4) Considerado como el máximo exponente de la psicología transpersonal (cuarta fuerza de la
psicología, que incluye y promueve el desarrollo espiritual del ser humano).

Por desgracia, a lo largo de la historia de la humanidad hemos visto actos profundamente antirreligiosos, faltos de respeto y ya no se diga de espiritualidad, perpetrados incluso por altos representantes de las distintas religiones.

Nada más alejado de lo religioso o espiritual que la gran cantidad de asesinatos perpetrados en las formas más horribles por la Santa Inquisición.

Las luchas sangrientas, los atentados terroristas y los actos de intolerancia entre hermanos católicos y protestantes en Irlanda, son la negación de las enseñanzas de Jesucristo que comparten ambas religiones.

La interminable guerra fundamentalista en Medio Oriente entre judíos y musulmanes ha dado muestra de lo que precisamente una religión no debe ser, permitir o proponer.

Según los estudios más profundos e incisivos, se ha demostrado que gran parte de las guerras que se han dado en nuestro planeta son, en el fondo, guerras religiosas. Pensemos tan sólo en los conflictos generados al amparo de cualquier tipo de fundamentalismo.

Existen distintos conjuntos religiosos; entre los que se hallan:

Judaísmo---Islamismo---Cristianismo

Por mencionar sólo tres, que curiosamente, proceden de un mismo origen, pero que som las que más conflictos han escenificado entre sí.

Desde nuestro punto de vista no debería haber conjuntos cerrados como éstos, sino muchos conjuntos abiertos que formen un todo también abierto, que constituya un conjunto verdaderamente religioso, unificador y ecuménico, en el que prevalezcan la armonía, el respeto y la apertura a toda religión.
Al fin y al cabo, todas las religiones buscan lo mismo. La diferencia es generada por la intolerancia y el narcisismo de los que se creen poseedores de la verdad y hacen del amor y la grandeza de Dios propiedad exclusiva de un grupo, afirmando que el camino que ellos siguen es el único y que los demás están equivocados. Queremos resaltar los peligros que acarrea el ego, recordando para ello, las enseñanzas de Buda, quien resume su filosofía en lo que él mismo denominó las cuatro verdades nobles:
1. El mundo está lleno de problemas y sufrimiento.
2. Todo problema tiene una causa o razón de ser.
3. Todo problema tiene solución.
4. El ego es el problema.

Según el misticismo y la espiritualidad profundos, el ego es lo que nos separa de los demás, por creer que somos más importantes que los otros.

Cabe mencionar aquí que aquellos personajes de distintas religiones que, por cierto, no sólo son reconocidos por el catolicismo o el budismo como Jesucristo, Francisco de Asís, Buda, Krishna o el Dalai Lama, sino también por otras religiones a quienes se ha considerado tocados por la divinidad y a quienes también consideramos como poseedores de la verdad, por estar iluminados o unidos a Dios, nunca han sido separadores o marginadores, pues siempre han guiado a los seres humanos hacia la unión, la armonía, la paz, la concordia, la trascendencia, el servicio y el amor, sin importar religión, raza, color, sexo, edad, etcétera; es decir, han sido líderes verdaderos al servicio del género humano. Somos nosotros, sus pseudo-seguidores, los que nos hemos disgregado simple y sencillamente a causa de nuestro ego.

Es así como el más grande líder de la humanidad, Jesús de Nazareth, dijo un buen día: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado"; e incluso señaló: "Ama a tus enemigos." Queda claro, pues, que en estas dos sentencias, Jesucristo no hizo distinción alguna de religión, filiación política, raza, sexo, preferencias o salud mental.

Resulta importante aclarar que cada religión, vivida de manera congruente y obedeciendo a su esencia unificadora, es, de hecho, una de las manifestaciones más puras de la espiritualidad en la búsqueda de Dios. La espiritualidad no es exclusiva de ninguna religión, sino que la trasciende.
En esta línea de pensamiento podemos encontrar que un protestante es tan espiritual como un judío o un católico, e incluso que un ateo es más espiritual que el ministro de cualquier culto.
Consideramos que puede haber ateos espirituales, pues, aunque nieguen la existencia de Dios, si sus conductas son virtuosas y amorosas, estarán caminando por una senda religiosa.

No hay religión superior al servicio humano.
Trabajar para el bien común es la doctrina máxima.
ALBERT SCHWEITZER

Las religiones no deben seguir permitiendo que los valores separatistas integren las filas de su esencia y las hagan caer en una anti-espiritualidad. Todas las religiones deben comprometerse a guiar a sus fieles hacia Dios en un ambiente de apertura, respeto, concordia, paz y, por qué no, de mutua colaboración e intercambio religioso a favor de su fundamento, causa y meta, que es Dios y que, insistimos, Dios no es exclusivo de nadie. Los autores de este libro hacemos nuestros mejores votos para que las diferentes doctrinas se conviertan en verdaderas religiones que, obedeciendo a su esencia ecuménica y unitiva, funcionen como auténticas instituciones líderes al servicio de la humanidad, sin hacer distinción de nadie.

Gandhi, a quien le fastidiaba la rivalidad existente entre las religiones, dijo en una
ocasión: "Soy cristiano e hindú y musulmán y judío."

Severidad, no agresividad

Existe un mito en el pensamiento colectivo según el cual las personas espirituales son siempre sonrientes y pasivas, es decir, sus impulsos de agresión sencillamente no existen. Lo anterior es falso por completo: si existe alguna personalidad activa e intensa es la espiritual, lo que sucede es que las personas avanzadas espiritualmente no viven sus impulsos de la misma forma que los demás. Debemos señalar que la diferencia radica en que estas personas encauzan sus impulsos agresivos de manera tal que construyen, no destruyen, gracias a que los controlan en primer lugar.

En efecto, en todos los y las grandes líderes espirituales se han observado conductas dignas de un profundo respeto y admiración. Hemos visto cómo responden a la agresión de otros con amor, un amor difícil de entender y más aún de llevar a cabo; basta recordar a Krishna: cuando un discípulo suyo le preguntó qué debía hacer ante los constantes ataques físicos y psicológicos que sufría por parte de una persona, le contestó: "Sé como el sándalo, (5) que perfuma el hacha que lo corta."

Jesucristo, siglos después, fue contundente cuando recomendó poner la otra mejilla a nuestro agresor, contradiciendo el viejo y destructivo adagio: "Ojo por ojo y diente por diente." Éstas son lecciones muy severas y, por ello, difíciles de entender y llevar a cabo.

Pero, ¿este tipo de actos sólo son realizados por seres de la talla de Cristo y Krishna? La respuesta es: ¡No! Usted puede elegir, amigo lector, ¿recuerda? No hay que confundir la pasividad con la conducta pacífica. Nada tienen en común. De hecho hay pocas conductas tan activas como la acción pacífica. Tampoco se piense que por pretender guiar mis actos espiritualmente voy a dejar que otros me aplasten y subyuguen; para eso existe la voz y los actos severos, firmes, constructivos y asertivos.

Daniel Goleman, psicólogo de quien ya hemos hablado, en su modelo de inteligencia emocional, establece un concepto particularmente importante que es el control del impulso, del cual — sin quitarle mérito alguno a Goleman—ya nos habían hablado muchos siglos atrás Jesucristo, los grandes yoguis y numerosos místicos de distintas religiones. El control del impulso es una de las características que hacen a una persona inteligente emocionalmente y, por tanto, más exitosa, fuerte y poderosa en su orientación al servicio.

En un líder espiritual no existe la agresión como acto, pero sin duda este tipo de líderes tiene un impulso interno que convierte en una fuerza impresionantemente avasalladora y creativa a la que llamamos severidad. Por ejemplo, Gandhi era un hombre pacífico por naturaleza, pocas veces en su vida se le vieron arranques de cólera, sin embargo, ¿quién fue más severo que él al rebelarse pacíficamente con un coraje y valentía inigualables ante Gran Bretaña? Bien pudo haber pedido un levantamiento armado, pero eligió la paz; en este sentido solía decir: "No hay caminos para la paz, la paz es el camino" (ya quisieran muchos a quienes hemos llamado líderes parecerse tan sólo un poco al pequeño gigante hindú). ¿Quién tan severo como Jesús, que cuestionó la forma de vida de todo el pueblo de Israel al afirmar que el pensamiento de aquella época estaba equivocado? Esa severidad necesita de control, entrenamiento y de una voluntad enorme que usted, estimado(a) lector(a), madre, maestro, hijo, político, jefe o empleada, puede desarrollar.

Hay algo que resulta importante aclarar: se trata de controlar el impulso, no de reprimirlo. Es decir, tenemos que aprender a ser dueños de nosotros mismos y de nuestras reacciones por medio de los numerosos métodos que nos preparan para ello, entre otros, la introspección, la oración, la meditación, el yoga o la misma inteligencia emocional. Lo que no debemos permitir es fingir que nada nos pasa y pretender que somos grandes místicos, porque los riesgos que acarrea reprimirnos son muy grandes.

(5) El sándalo es un árbol que crece a lo largo de la Bahía de Bengala, en la India, cuya madera posee un aroma exquisito que dura toda la vida.

Autoridad, no autoritarismo

Al hablar del liderazgo espiritual debemos distinguir entre los conceptos de autoridad y autoritarismo. Como ya se explicó, contrariamente al concepto que por lo general se maneja, la palabra autoridad significa dejad que crezca, permitid que progrese. Desde nuestra perspectiva, la autoridad es una capacidad moral ganada, es una facultad otorgada por un grupo a una institución o a un líder para que sean conductores, guías, toda vez que hayan demostrado ser dignos de tal condición, amén de que hayan velado por el bien real de los individuos, objeto de dicha autoridad.

Autoridad es, como podemos ver, una situación consensual, entendida como de beneficio mutuo, es decir, aquel a quien se le otorga debe merecerla.

El autoritarismo, por otro lado, es un exceso, un mal manejo de la autoridad que ejerce el poder sin razón, que no persigue metas comunes sino individuales, es decir, es ciego y egoísta ante los intereses de los demás o bien tiene la intención de pasarlos por alto. Un claro ejemplo de esto es el de cualquier dictador o tirano. Por lo general, quien practica el autoritarismo se cree omnipotente, mientras que el que posee autoridad es humilde.

Cuando me desespero, recuerdo que siempre ha
triunfado el camino de la verdad y el amor.
Grandes tiranos y soberbios tuvieron el poder
durante algún tiempo, pero tarde o temprano
cayeron inexorablemente.
M. K. GANDHI

Un buen ejemplo de autoridad sería Gandhi, y de autoritarismo Hitler.

El autoritarismo implica sumisión por parte de los dirigidos, esencialmente por miedo; en cambio, en la relación con la autoridad hay subordinación voluntaria y libre.
La diferencia es que esta subordinación se basa en el respeto, la confianza, e incluso en la admiración y el amor.
La autoridad es espiritual; el autoritarismo no lo es.
¡Nunca un autoritario en el ejercicio de su autoritarismo tendrá verdadera autoridad!
En el capítulo V haremos un análisis más detallado de este tema tan importante.

El liderazgo es servicio impregnado de alegría

Se tiene la idea de que el servicio, por implicar sacrificio, es una acción que no siempre se hace de buena gana. Lo anterior es cierto en un nivel primitivo, poco evolucionado, no así en un plano espiritual y trascendente.

El liderazgo es servicio, pero no es un servicio sufrido, sino que es un servicio alegre, que posee una conciencia que va más allá de la felicidad que nos provoca la comodidad, el placer o el logro material. Al servir al otro y saber el beneficio que se le brinda, se obtiene una satisfacción que trasciende las condiciones que provocan alegría; se trata de un concepto que en la espiritualidad profunda se le conoce por el nombre de gozo. Desde luego, para dar felicidad y alegría, primero debemos ser felices.

El hombre es desgraciado porque no sabe que es feliz.
¡Eso es todo!
Si cualquiera llega a descubrirlo,
será feliz de inmediato,
en ese mismo momento.
FEDOR DOSTOIEVSKY

Algunos ejemplos del tipo de servicio al que nos referimos en este libro son los siguientes: un esposo que está disfrutando de una película se enfrenta al hecho de que su esposa sufre una emergencia médica y la tiene que llevar al hospital. El placer del esposo se ve frustrado, no hay ninguna sensación de comodidad, tranquilidad y mucho menos felicidad, sin embargo, a través del servicio que da a su esposa, obtiene un provecho positivo al saber que le está generando un beneficio, mismo que le provoca un estado de alegría o gozo sin importar que su placer se haya visto frustrado.

Lo mismo sucede con el médico que trata a un paciente doblando turno, la enfermera que cuida al anciano, el empleado que trabaja horas extra para generarle algún beneficio al dueño, o el caso de quien ayuda a un ciego a cruzar la calle. Por supuesto, lo más importante es que el prestador del servicio sea consciente del beneficio que está produciendo con su acción. Generar esa consciencia es uno de los propósitos de este libro.

La ganancia de servir

En este capítulo hemos hablado de muchas situaciones que confluyen en una sola idea: liderazgo es servicio gozoso.

Cualquier tipo de servicio tiene un interés y una ganancia de por medio. Incluso el que se llama servicio desinteresado tiene por objeto el avance espiritual, al igual que el vbeneficio que se le da a otro implica un provecho que uno mismo obtiene. La sonrisa del que entiende, el haber ayudado a resolver un problema o a vencer cualquier obstáculo implica una enorme satisfacción en el que presta el servicio.

Siempre que servimos a otro o a otros, aunque los resultados del servicio no sean tangibles o inmediatos, obtenemos una ganancia que es de orden trascendente y que muchos hemos experimentado, una ganancia gozosa que no se da necesaria y exclusivamente en los templos.

Desde cualquier acepción, punto de vista o línea de pensamiento, siempre será mejor un acto noble y bueno (espiritual) que uno que no lo sea. Lector, en su libre elección está la clave, usted siempre podrá optar por uno u otro acto. El rango de elección correcta estará en función de la salud mental, emocional, física y espiritual de cada individuo, pues en él quedará la responsabilidad de asumir un mayor o menor grado de consciencia. Sin embargo, ello implica un desarrollo integral de la persona.

Podemos decir, entonces, que todo pensamiento, palabra, acción u omisión, es decir, toda elección, cuando está sustentada por una intención y una ejecución impregnadas de un contenido ético, es una acción espiritual. Cuantos más seres humanos seamos verdaderos líderes que llevemos a cabo acciones valiosas y de beneficio común, será más sencillo contagiar a más gente, y será más fácil hacer que la probabilidad de lo negativo sea cada vez menor y que dependa de las fuerzas de la naturaleza, no de nuestras decisiones.

Tal vez ustedes, amigos lectores, ignoren tanto las veces que han impactado a alguien de manera positiva, con lo que han agradado a Dios, como el modo en que lenta, paulatinamente, se han convertido en personajes espirituales. Ahora sólo queda disfrutar de la buena nueva y continuar por ese camino, el camino del bien.

Seamos, pues, responsables de nuestros actos y de la influencia que éstos generan en el mundo; seamos como el pequeño trompo y démosle vida al planeta tierra. Inspirémonos y actuemos, no debe resultarnos extraño que el significado de la palabra inspiración, lejos de lo que cada uno entienda, viene de in-spiritu, "en espíritu", es decir, hacer contacto con nuestro interior, con nuestro espíritu y, a partir de ello, actuar.

El amor es un fruto que madura en todas
las estaciones, y que se encuentra
al alcance de todas las manos.
Todos pueden alcanzar el amor por
medio de una vida interior.
MADRE TERESA DE CALCUTA
Fuente:
A. Siliceo A - B. Angulo B - F. Siliceo F /Liderazgo: El Don del Servicio

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