La Magia de los Conspiradores

Cuenta una antigua historia que se reunieron, en una conferencia mundial, todos los hombres más valientes de la tierra; para discutir sobre quién era el culpable de generar el miedo en las personas.

Necesitaban encontrar al culpable para juzgarlo, y declarar internacionalmente, la muerte del miedo y sus padres. Pronto los valientes del tercer mundo culparon a los magnates de los países desarrollados, y éstos a su vez, acusaron a la ignorancia de los hombres la culpable del miedo. Los ateos levantaron una ácida crítica contra las religiones acusándolas de la privatización de Dios, y a su turno éstas acusaron a la falta de fe, la responsabilidad del miedo de los hombres.

Los hijos acusaron a los padres, y las mujeres a sus amantes. Después de tantos días de un debate infructuoso, pidió la palabra una mujer tan sabia como valiente que hasta el momento no había pronunciado discurso alguno.

Para conocer el origen del miedo y sus responsables -sentenció con elocuencia- no debimos convocar a los más valientes del mundo, sino a los más tímidos de la tierra. Silencio. Los millones de rostros valientes se observaron unos a otros.

Pero no es necesario que convoquemos a otra conferencia de la naciones, amigos conspiradores, continuó la mujer, ni que gastemos millones, sino que nos preguntemos cada uno de nosotros, por suposición los más valientes, si tenemos algún miedo que impide ser lo que queremos, o hacer las cosas ansiadas. Nuevo silencio.

Aun, entre los más valientes, existen miedos. La solución no está en declarar su muerte sino en convertirlo en una fuerza de arranque y no en un factor de autoaniquilamiento.

Todos se abrazaron en señal de iluminación y sabiduría. Las palabras de esta sabia conspiradora calaron profundamente en el corazón de aquellos miles de miles de valientes. Y así como esta historia son también decenas las discusiones cuasi filosóficas, debates enmarañados en la búsqueda de los culpables de un pasado que ya no existe, cuando deben buscarse a los responsables del futuro y del presente.

Aquellos culpables y responsables somos nosotros mismos. Porque hemos actuado en nuestra contra con las excusas de “el otro no me deja ser yo mismo”, cuando en verdad los responsables de ser nosotros mismos, ¡que coincidencia! somos nosotros mismos.

Buscamos culpables en todo. Derrochamos energía en una especie de justicia vengativa y no reconciliadora.Por último le echamos la culpa a nuestros miedos, creyendo su origen tan lejos de nosotros. Miedo a amar auténticamente, miedo a la riqueza, miedo a la paz, y por último como escribió Erich Fromm, “miedo a la libertad”.
Fuente: Carlos de la Rosa Vidal (Arte y Poder del Entusiasmo)

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