Inicio de una nueva etapa escolar: Problemas y Soluciones

Comenzar es difícil para todos, grandes y chicos. ¿Quién no ha sentido temor, alguna vez, frente a lo desconocido? Y el comienzo de una nueva etapa escolar no es una excepción. A continuación, consejos para ayudar al niño a enfrentarlo con éxito.


Todo cambio implica un ajuste, una adaptación, una "crisis", que puede ser pequeña o grande, pero que existe.


A la guardería

El amor maternal, primordial "alimento" del niño, no puede sustituir la necesidad que este tiene de compartir sus juegos con otros niños, en un ambiente adecuado que contemple sus intereses.


No basta que posea muchos juguetes, ni que se le lleve al parque. Es irreemplazable su integración a un grupo de niños de su edad, con los que comparta actividades. La guardería lo prepara así para el ingreso a la sociedad, abre el estrecho vínculo familiar, encauza los impulsos, crea adecuados hábitos, promueve el desarrollo general y le enseña a esperar, a compartir, a la vez que adquirir los elementos básicos para el futuro aprendizaje escolar.


Es la primera vez que el niño se halla fuera de su hogar, en una "microsociedad" organizada, donde ocupa un determinado lugar y debe efectuar tareas concretas. Necesidades maternas de diversa índole (trabajo, enfermedad, etc.) hacen que muchas veces se envíe al pequeño a guarderías donde, aunque bien y adecuadamente conducido no lo educa, pero tampoco es lo ideal. Recién a partir de los 3 años, edad en la cual el juego comienza a tener matiz social, es la época conveniente para el ingreso a la guardería. La socialización e integración al grupo de compañeros recién se inicia a los 5 años, antes de esta edad los contactos suelen ser hostiles.


La agresión que muestra en sus primeras relaciones con los otros chicos son de carácter pre-social, constituyendo una conducta normal, que no debe alarmar.


La resistencia para asistir a la guardería se debe, en la mayoría de los casos, a ansiedades y conflictos no resueltos con los padres. Las reacciones de los niños son el reflejo del hogar y de las relaciones de los miembros de grupo familiar entre sí.


Niños que aceptan

Otros niños, en cambio, experimentan reacciones positivas. Muchos casos de alimentación deficiente, trastornos del sueño, malas relaciones con los hermanos, etc., se resuelven con su ingreso a la guardería, donde el ambiente especialmente preparado y motivado, alivia tensiones, pudiendo conducir a la solución de conflictos mediante el juego dramático, actividad común en el jardín.
Enfrentando el problema

Muchos son los niños que se resisten a separarse de su madre. La guardería es un mundo desconocido al que temen. Poniéndose en el lugar del pequeño, alejado del tibio cuidado de mamá y puesto, de pronto, en un ambiente nuevo y desconcertante.


Algunas veces los problemas provienen de la madre, quien no puede dejar de transmitirle la ansiedad de tener que "abandonarlo" en un lugar, sin su estrecha vigilancia. Cambia el panorama de si es hijo único a si tiene hermanos que ya concurren a la escuela y de la experiencia que estos hayan logrado en la misma. 10 a 15 días es un lapso razonable para que el niño se adapte; si no lo logra después del primer mes, se debe renunciar a la idea de la guardería por el momento y recurrir al profesional (psicólogo, psicopedagogo) que pueda orientar. El obligarlo, el dejarlo que llore "porque se va a acostumbrar", son actitudes que sólo logran acrecentar su ansiedad y el niño "deberá", quiéralo o no, "adaptarse". Pero no es una real adaptación: la problemática que ocasionó el desajuste continúa y los síntomas se harán presentes de otra forma.


Al pre-escolar ingresan los niños de 5 años, con experiencia o no de las guarderías. Cuando el pequeño no es capaz de satisfacer las flexibles y elementales demandas del pre-escolar, indica que aun no se encuentra preparado para ello, porque presenta fallas educativas (sobreprotección que no le ha permitido madurar) o conflictos (celos de un hermano, temor al abandono, etc.), en cuyo caso sólo la consulta con el especialista puede resolverlo. La madre debe poder quedarse un rato en el pre-escolar si así lo reclama el pequeño, para que el niño pueda verla durante los dos o tres primeros días, hasta que el ambiente no le resulte extraño. O bien, puede quedarse un momento y luego retirarse con él para volver a repetir la situación al día siguiente.
El tiempo se irá alargando y el niño comenzará a integrarse al grupo y a los juegos; en otros casos, será conveniente que se lo deje en el pre-escolar por no más de una hora, durante varios días, luego por dos horas, hasta que acepte, sin angustias, el periodo de tiempo establecido. Siempre es necesario, se trate de la guardería o del pre-escolar, que la madre tome contacto previo con la maestra, así como también es conveniente que el niño la conozca, así como el lugar antes de su ingreso, de manera que vayan reconociendo el nuevo ambiente al cual visitarán ambos con frecuencia.
El ingreso a primer grado
La buena adaptación escolar comienza en el hogar y en el pre-escolar. El niño debe llegar al primer grado con hábitos de disciplina y de trabajo. Es necesario haber aprendido a ajustarse al orden colectivo, a resistir los impulsos, a aceptar normas y a tolerar frustraciones.
Muchos padres piensan que en el pre-escolar "se pierde el tiempo" o que su hijo "se va a cansar" de la escuela si asiste desde pequeño, o que es aún "muy chiquito". Estos son prejuicios que deben ser desterrados.
En la guardería, y posteriormente en el pre-escolar, el niño desarrollará las áreas sensoriales-motrices necesarias para el aprendizaje escolar. El contacto con otros niños contribuirá a hacerlo sociable, a la vez que adquirirá hábitos, ejercitará funciones, se familiarizará con materiales apropiados, tendiente todo esto a prepararlo para la futura instrucción. Algunos conflictos, se presentan cuando el niño no se encuentra maduro para el aprendizaje de la lectura y la escritura. No sólo debe poseer una edad mental acorde a la cronológica, sino que también toda su conducta tiene que responder a ella, vale decir, que no basta tener la capacidad adecuada, sino que necesita aceptar con madurez los requerimientos sociales del primer grado.
Resulta importante que tanto en la casa, como en el pre-escolar el niño siga su propio ritmo; para que de esta manera éste sepa que se lo valora por sí mismo. En la escuela, siente que se lo califica con notas y números, por lo que él espera encontrar en su hogar la misma atmósfera afectiva que seguramente obtuvo en la guardería y posteriormente en el pre-escolar, para que cuando llegue a la primaria, donde se tiene una disciplina completamente diferente, no corra el riesgo de que su adaptación se retarde.
Es importante que sienta que la asistencia a la escuela es un privilegio de su edad y no un castigo o un querer apartarlo del hogar. Depende de esa preparación que el pequeño se adapte o no. Ingresará bien dispuesto, si se le ha hecho conocer las alegrías que va a encontrar, el nuevo y maravilloso mundo que va a descubrir a través de los relatos, enseñanzas, excursiones, así como el amplio panorama que se le abre a partir de que comienza a leer, por ejemplo.
Si los padres y representantes se hacen partícipes en la formación académica social y psicológica de sus hijos, éstos podrán tener un mejor y mayor rendimiento escolar adaptándose satisfactoriamente a las diferentes etapas educativas; para conseguir esto, es importante que exista una buena comunicación entre los padres, maestros y los niños, y dependiendo del caso si se consulta con un especialista en el área infantil puede ser de gran ayuda y guía para que tanto los mismos sepan educar correctamente a los niños.

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