La gerencia del cambio y la competitividad

La Globalización es una realidad, ya no es un proyecto. El mundo se mueve a una velocidad extraordinaria, precisamente en el campo de la globalización. Seguramente partes de un producto se hacen en Brasil, otras en Taiwan, otras en Perú, otras tal vez en México, se ensamblan finalmente en Chile y se venden a Europa o Asia. El gran juego del mundo se llama velocidad.

El mundo se está dividiendo en dos, naciones rápidas al cambio y naciones lentas al cambio. Y ¿quién va a sobrevivir?.., el que aprenda más rápido que la competencia. Son tiempos de aprender, pero también de desaprender; de desaprender aquellas cosas que hemos hecho en forma equivocada. Reaprender nuevos horizontes y nuevas visiones para poder entender hacia dónde vamos y cuál es nuestro futuro definitivamente.

Los futurólogos están visualizando que la polarización de la riqueza se está dando ahora más acentuadamente. El 5% del producto mundial bruto se está produciendo en la Cuenca del Pacifico. Los japoneses, taiwaneses y honkoneses están acaparando la riqueza universal. La competencia es muy grave pero no tenemos que temer a la competencia como a nuestra propia incompetencia.

Tenemos que entrar al mundo del cambio a una altísima velocidad. Ya no se puede esperar más. Las naciones pobres se harán más pobres y las ricas serán más ricas aún. A menos que se hagan los cambios estructurales, radicales, a altísima velocidad, para producir precisamente el cambio de la sobrevivencia. Alfred Novel decía en forma muy clara: el hombre inteligente aprende más del fracaso que del éxito. Pero hay otra tesis que dice que el hombre auténticamente inteligente aprende más del éxito que del fracaso. El fracaso obviamente es una magnífica escuela, siempre y cuando se aprenda de él. Si no se aprende del fracaso no sirvió absolutamente de nada. ¿Cuál fue el secreto Japonés? Su humildad por aprender.

En 1945 Japón estaba totalmente destruido, dos millones de muertos. De sus 377,708 kilómetros solamente el 16% era aprovechable. Estamos hablando de una nación totalmente desmitificada, pobre, perdida y extraviada. El campo estaba abandonado, no estaba produciendo. Una nación que no tiene petróleo, cobre, ni minerales de hierro para hacer acero, sólo tiene dos cosas en abundancia: agua y japoneses. ¿Qué hacen los japoneses en ese momento? Dicen: tenemos que aprender "palabra clave." Tenemos que aprender a alta velocidad. Pero, ¿de quién vamos a aprender?, Dijeron: muy simple, vamos a elegir a los mejores, al número uno del mundo para que la persona que tenga un diez (máxima calificación en México, así como lo es el 20 en Venezuela) en cualquier cosa se convierta en el cero japonés.

Así, el diez de la General Motors se convirtió en el cero japonés, el diez de la fotografía alemana se convirtió en el cero japonés, el diez del acero, de las principales acerías americanas se convirtió en el cero de los japoneses. De los veintidós hornos más grandes que hay en el mundo para producir acero, dieciocho están en Japón. El diez del textil italiano se convirtió en el cero japonés, el diez de la Zenith de la televisión norteamericana se Convirtió en el cero de la Sony.

Dijeron, los diez de los mejores van a ser los ceros nuestros; es ahí donde va a arrancar nuestro aprendizaje de los mejores del mundo, porque ellos ya recorrieron un camino y ya llegaron al éxito y obviamente vamos a aprender de ellos. ¿Qué es la tecnología de lo obvio? Elige al mejor, imita al mejor, iguala al mejor y supera al mejor.

La inteligencia no pertenece a quien la creó sino a quien la usa, que es muy diferente. No importa de quién sea el conocimiento, lo importante es utilizar el conocimiento. Ahí está el gran desafío del conocimiento. Entonces, la tecnología de lo obvio parte de un principio fundamental. ¿Cuánto nos falta por aprender?... y con lo poquito que sabemos creemos que lo sabemos todo. Soberbia se llama eso. Si los latinoamericanos queremos salir adelante, tenemos que quitarnos la soberbia.
¿Qué se requiere para hacer una gran América Latina? Tenemos que lograr madurez.¿Qué es la madurez? Capacidad de cambio para ser mejor. Si queremos aprender, tenemos que entrar al mundo de la excelencia porque la excelencia es la nueva competencia, no hay otra alternativa. ¿Quién está ganando los mercados? Precisamente los Productos de excelencia.

¿Cuál es la empresa más grande del mundo? Ya no es General Motors, se llama Mitsubishi Corporation. De los diez bancos más grandes del mundo, nueve son japoneses. De cada cuatro motocicletas del mundo, tres son japonesas. ¿Por qué no aprendemos de los que ya lo hicieron para que nosotros lo hagamos a nuestro estilo y seamos los triunfadores del siglo XXI?.

La nueva competencia es la excelencia. Solamente las empresas de excelencia van a sobrevivir en el Siglo XXI. Y veamos cómo se logra una empresa de excelencia. El primer elemento: para lograr la excelencia es muy importante hacer reingeniería humana. No reingeniería industrial, no de procesos, reingeniería humana. Es el principio número uno si queremos lograr tener una empresa de excelencia.

A través de todos estos años de investigación hemos llegado a una conclusión: la productividad es una actitud mental. El que quiere ser productivo es productivo, el que no quiere ser productivo no es productivo. En las empresas de excelencia la gente no tiene que hacer las cosas, la gente quiere hacer las cosas. En la empresa mediocre la gente tiene que llegar temprano, tiene que estar ahí tiene que marcar la tarjeta. En la empresa de excelencia la gente quiere estar ahí, la gente quiere sonreír la gente quiere atender al público, esa es la gran diferencia. Cuando hablamos de reingeniería mental se trata de darle motivos a nuestra gente para que quieran hacer las cosas. Una empresa logra la excelencia cuando logra hacer de la excelencia algo inconsciente. Aristóteles decía: la excelencia es un hábito, no un acto aislado. Y aquí viene lo que llamamos el inconsciente colectivo, es el pensamiento heredado Charles Darwin decía que sobrevive el que se adapta. Es fundamental la capacidad de adaptación.

Lo primero que tenemos que hacer es aprender a hacer las cosas, no esperar a que las cosas sucedan: inconsciente colectivo.

Tenemos que desaprender los errores que hemos convertido en hábitos y que ya son parte de nuestra cultura: llegar tarde, ser negligentes, dejarlo para mañana, hay que desaprenderlo y aprender los hábitos de excelencia. Una cultura de excelencia se crea con acciones repetitivas, hasta que esa acción se convierta en hábito. El hábito es la parte nuclear de la costumbre y la costumbre es la parte nuclear de la cultura. En todas las empresas de excelencia a nivel mundial, como común denominador nos hemos encontrado detrás de la excelencia, un poderosísimo centro educacional, 50% del tiempo es para capacitados técnicamente y el otro 50% es para cambiar la actitud mental.

En la reingeniería mental hay que acordarse de algo fundamental, los empleados. Una organización necesita tres salarios. Primero dinero, para comprar talento, capacidad, mano de obra calificada; el segundo es un salario psicológico, que son reconocimientos, que la gente se sienta aceptada. Si quieren una empresa de campeones, un líder de excelencia es un hacedor de campeones. ¿Cómo se alimenta el espíritu de las gentes? Reconociéndoles sus logros. El tercer tipo de salario es el espiritual, todo empleado requiere salario espiritual. Para tener pasión por lo que se hace se requiere algo, una estrella, un significado.

Cuatrocientos veintiocho años antes de Cristo, un hombre llamado Platón decía: el hombre está en búsqueda de significado, el hombre quiere ser alguien, quiere trascender. El segundo elemento fundamental y esencial para el milagro de la excelencia es la calidad. El que no tiene calidad no va a funcionar. Es la nueva arma, como decía Francois Mitterrand: no ganó el comunismo, no ganó el capitalismo, quién ganó, dijo, fue el consumidor, la calidad. La riqueza se va donde haya calidad, no importa donde esté, la calidad no tiene fronteras. La calidad ha polarizado la riqueza hacia la Cuenca del Pacifico. La calidad tiene un fundamento esencial. En la escuela nos enseñaron que toda necesidad tiene una satisfacción. Mentira. Cada satisfacción crea una necesidad.

La calidad no es un problema, es la solución a nuestros problemas. La calidad no es cara, lo caro es no tener calidad. La gente quiere los mejores modelos y lo importante no es el modelo, lo importante es el valor de la calidad. Las empresas de excelencia no tienen modelos de calidad, tienen valores de calidad, que es muy diferente. Es necesario que en nuestras organizaciones la gente entienda que la calidad no es una tecnología, es una forma de vivir. El tercer elemento son los costos de la no-calidad. Nuestros Contadores Públicos Autorizados, nuestros departamentos de finanzas, nos presentan siempre lo que ganamos o lo que perdimos, pero nadie nos presenta lo que dejamos de ganar, los costos de la no-calidad, ¿Cuánto nos cuesta no tener un puerto eficiente?. Eso nadie lo ha medido. Una habitación vacía en un hotel es el costo de la no-calidad del departamento de promociones. Un asiento vacío en un avión es costo de no-calidad, excesos de inventarios ocasiona costos de no-calidad como seguros, espacios, renta, vigilancia.

Es muy importante que sus empresas midan no lo que ganaron, sino lo que están dejando de ganar por no tener calidad. Eso es lo importante, eso es lo alarmante, lo que una nación puede perder por no tener seres humanos de calidad. En una organización, la gente que está abajo, el obrero, es la más valiosa. Esas son las manos que tocan al cliente, en un hotel, en un restaurante... En esos no queremos invertir.

Tenemos que invertir la pirámide, la gente que está abajo es la gente que debe estar mejor preparada, más estimulada. La educación es cara, pero la ignorancia lo es más. Una nación que no invierte en educación tarde o temprano tiene que invertir en armas. Una nación que tiene miseria siempre tendrá estallido social. La única forma de rescatar a los miserables, los que viven en los peores lugares, en los bardos más olvidados, los que van a escarbar entre la basura, es educándolos. No regalarles el dinero, tenemos que enseñarles a producir, eso se llama libertad. Hay que entender que los costos de la no-calidad nos afecta en todo en la vida.

Si una nación quiere cambiar, tiene que cambiar su sistema educativo. Y cuando la Escuela está en crisis, la nación está en crisis. La gran diferencia entre los países desarrollados y los subdesarrollados, entre las empresas exitosas y las mediocres, entre los hombres realizados y los esclavizados, entre los que incrementan su productividad y los que la ven disminuida día a día, es la educación. La actitud errónea que tienen algunas empresas de esperar que un empleado lo sepa todo, por haber sido contratado y por recibir un salario, ha dañado seriamente a la productividad empresarial.
ial.

La competitividad es la capacidad y la habilidad para competir con éxito."Nadie puede dar lo que no tiene" por ello, para producir calidad técnica, calidad humana y calidad cívica, debemos elaborar programas educativos que respondan a los requerimientos del futuro donde sin lugar a dudas: Excelencia es la clave del éxito. ¿Cuál es el gran reto de América Latina?

1) Orientar la visión y misión de la ciudadanía hacia un "Proyecto de Nación" en común, creando un proyecto de país a largo plazo, conjuntando integralmente esfuerzos y vocación a través de programas de mediano y corto plazos.

2) Lograr el cambio de actitud de los latinoamericanos, creando un "Nuevo Inconsciente Colectivo" para lograr una Cultura de Excelencia y de Prosperidad que nos permita impulsar nuestras potencialidades y evolucionar en superar nuestras limitaciones.

3) Crear una "Generación Superior de Latinoamericanos" con valores nucleares de ética y moral que, al fortalecer nuestras aptitudes y cualidades, minimicen los antivalores a través de la ley causa-efecto, unificando nuestra misión existencial: "Comprometemos por una América latina de excelencia en el tercer milenio"
Fuente:
Miguel Ángel Cornejo. Investigador mexicano reconocido internacionalmente como especialista y principal promotor de la "Cultura de Excelencia Corporativa" en América Latina y de la "Nueva Corriente de Excelencia Humana," a nivel mundial.

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