Educar para la salud a todos y a tiempo

Cuando se trata el punto de la evaluación de la calidad educativa, usualmente se hace referencia a los aprendizajes que tienen que ver con el desarrollo del pensamiento lógico-matemático y de la comunicación integral.

Pocas veces,  se habla de la importancia de los saberes relacionados con la expresión artística y el desarrollo corporal, así como con la formación en ciencias sociales y naturales. Es más, raras veces se hace mención acerca de los aprendizajes que contribuyen a la conservación de la salud física y mental.

En relación con la conservación de la salud física, es conveniente destacar que el cuerpo de la persona es el ente concreto donde se dan las dimensiones humanas. Por lo tanto, el buen estado y funcionamiento físico de su organismo le permitirá estar en mejores condiciones para poder interactuar en el mundo que lo rodea. Desde luego, para que la persona establezca una relación armónica con otros seres humanos, los demás seres vivos y los elementos abióticos de su entorno, es indispensable que logre, además, un sólido desarrollo cognitivo y socioafectivo. Al respecto, es necesario tener en cuenta lo que aparece en un documento sobre el Impacto de la promoción y la educación para la salud en los logros de la salud pública cubana: “La salud debe percibirse no sólo como objetivo, sino también como fuente cotidiana de felicidad. Esta concepción positiva de la salud acentúa tanto los recursos sociales como las habilidades físicas”.

Por lo señalado, es importante que los currículos escolares consideren contenidos educativos orientados a la conservación de la salud. Así por ejemplo, los alumnos debieran aprender a preparar y consumir dieta alimenticias equilibradas a partir del reconocimiento de los alimentos que dan energía, los que sirven para el crecimiento y aquellos que regulan el buen funcionamiento del cuerpo; identificar y evitar las enfermedades más comunes del medio que afectan la digestión, la circulación, la respiración, la excreción y el sistema óseo-muscular; valorar y cuidar sus sentidos a partir de la comprensión de su utilidad para percibir los estímulos del ambiente.

Estos y otros aprendizajes, me parece que deben lograrse mediante el desarrollo de actividades concretas –creativas y motivadoras– que permitan a los estudiantes inferir mediante la exploración conocimientos básicos de la anatomía y fisiología de su cuerpo y, lo que es fundamental, asumir prácticas actitudes de prevención en un proceso de elevación del paradigma de la salud. En el desarrollo de este proceso deben tener un lugar importante la práctica de los ejercicios y los deportes, el descanso suficiente, la recreación, el desarrollo de una actividad ocupacional, el estudio, así como la utilización adecuada del tiempo libre. Dado que la educación para la salud está íntimamente vinculada a la educación ambiental es necesario formar a las personas para que valoren y practiquen la higiene personal, no contaminen el aire, el agua y el suelo, y respeten el equilibrio ecológico de los espacios en un enfoque integral de ciudadanía.

Educar para la salud no es solamente responsabilidad de las instituciones educativas y los ministerios de Educación y Salud. Compromete también a la familia, así como a los diversos sectores del gobierno nacional, regional y local. En este marco es fundamental la participación social y activa de los actores de la comunidad como parte de su función educadora. No está de más puntualizar que la educación para la salud debe estar dirigida a los niños, adolescentes y jóvenes, así como también a los adultos mayores y ancianos, dando prioridad a la atención de los grupos poblacionales con mayores carencias. El reto es llegar a educar para la salud a todos y a tiempo.

Fuente: Diario La República

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