Gotas de Sabiduría

La integridad

Se dice que cierto día salieron a pasear juntas la Ciencia, la Fortuna, la Resignación y la Integridad.

Mientras caminaban dijo la Ciencia:

Amigas mías, pudiera darse el caso de que nos separáramos unas de otras y sería bueno determinar un lugar donde pudiéramos encontrarnos de nuevo. A mí, podréis encontrarme en la biblioteca de aquel sabio a quien, como sabéis, siempre acompaño.

En cuanto a mí -expresó la Fortuna- me hallaréis en casa de ese millonario cuyo palacio está en el centro de la ciudad.

La Resignación dijo por su parte:

A mí podréis encontrarme en la pobre y triste choza de aquel buen viejecillo a quien con tanta frecuencia veo y que tanto ha sufrido en la vida.

Como la Integridad permanecía callada, sus compañeras le preguntaron:

Y a ti, ¿dónde te encontraremos?

La Integridad, bajando tristemente la cabeza, respondió:

A mí, quien una vez me pierde jamás vuelve a encontrarme."Quien pierde su integridad y su honradez lo ha perdido todo".

A lo largo de nuestras vidas, Dios coloca elementos que van definiendo nuestra personalidad: virtudes, fortalezas, defectos que como buenos seres humanos debemos aprender a llevar con dignidad, dando buenos ejemplos o modelando al creador, pero si ocultamos lo que realmente somos, engañamos a nuestros hermanos y lo que es peor a nosotros mismos.

¿Sé auténtico y congruente!

Dios sabe lo mejor para ti


Emy era una linda niña de 3 años de edad... Ella vivía en algún lugar de los Estados Unidos, frente al mar. Su familia era cristiana. Ellos iban todos los domingos a la iglesia. Emy era muy feliz! Ella amaba a su familia y admiraba los ojos azules de su padre, su madre y sus hermanos... Todos en la casa de Emy tenían ojos azules... ¡Todos... excepto.... Emy !

El sueño de Emy era tener los ojos azules como el mar... ¡Ah! ¡Cómo deseaba eso Emy !

Un día, en la escuela dominical, oyó a la “señorita" decir: "DIOS RESPONDE A TODAS LAS ORACIONES!“

Emy pasó todo el día pensando en eso... A la noche, a la hora de dormir, se arrodilló al lado de su cama y oró: "Papá del Cielo, muchas gracias porque creaste el mar que es tan hermoso! Muchas gracias por mi familia. Muchas gracias por mi vida! Me gusta mucho todas las cosas que hiciste y haces! Pero... me gustaría pedir...por favor... que cuando me despierte mañana, tenga los ojos azules como los de mamá! En el nombre de Jesús, amén.“

Ella tuvo fe. La fe pura y verdadera de un niño. Y, al despertar, al día siguiente, corrió al espejo. Miró...y ¿cuál era el color de sus ojos?... ¡CONTINUABAN CASTAÑOS!

¿Por qué Dios no escuchó a Emy ? ¿Por qué no atendió a su pedido? Eso habría fortalecido su fe. Bueno...aquel día, Emy aprendió que un NO también era respuesta! La niñita agradeció a Dios del mismo modo... pero...no entendía...sólo confiaba.

Años después, Emy se fue como misionera a la India. Ella "compraba niños para Dios" (los niños eran vendidos por sus familias - que pasaban hambre - para ser sacrificados en el templo, y Emy los "compraba" para libertarlos de ese sacrificio). Pero, para poder entrar en los "templos" de India, sin ser reconocida como extranjera, necesitó disfrazarse como una mujer de la India:

Pasó café en polvo por su piel, cubrió los cabellos, se vistió como las mujeres del lugar y entraba libremente en los locales de venta de niños. Emy podía caminar tranquila en todo "mercado infantil", pues aparentaba ser una mujer hindú.

Un día, una amiga misionera la miró disfrazada y dijo: “Guau, Emy ! Menos mal que tienes los ojos castaños y no claros como los de tu familia. !A qué Dios más inteligente servimos... Él te dio ojos oscuros, pues sabía que eso sería esencial para la misión que te confiaría después !!!”

Esa amiga no sabía cuánto Emy había llorado en la infancia por no tener ojos azules... Pero Emy pudo finalmente entender el por qué de aquel NO de Dios hacía tantos años! Bueno...

Moraleja de esta historia

¡QUE DIOS SABE LO QUE MEJOR TE CONVIENE!

Él conoce cada lágrima que ya rodó desde tus ojos... Él sabe que, tal vez, quisieses "ojos de otro color"... Él oye, sí, TODAS las oraciones...

¡Pero Él las responde de manera sabia! No necesitas llorar si tus ojos siguen siendo castaños... o si aún no has sido complacida como te gustaría. ¡DIOS SABE LO QUE MEJOR TE CONVIENE!

Ten siempre esta seguridad en tu corazón.

Una puerta abierta a tu meta


Edwin C. Barnes tenía un deseo ardiente de convertirse en un asociado de negocios con el gran inventor Thomas a. Edison. No quería trabajar para Edison, quería trabajar con él.

Como un paso hacia convertir su sueño en realidad, Barnes solicitó trabajo en el laboratorio de Edison en Nueva Jersey. Lo contrataron como empleado de oficina y le pagaban el sueldo mínimo, lo que era algo muy lejos de una sociedad.

Los meses pasaron sin ningún cambio en su condición ni en su relación con Edison. La mayoría de la gente se habría rendido, sintiendo que su trabajo no la llevaba a ningún lado. Barnes, sin embargo, permaneció firme. Llegó a darse cuenta por completo del ambiente en la oficina y del trabajo de cada persona, y buscó maneras de lograr que el trabajo de cada uno fuera más placentero y eficiente. Sobre todo, permaneció dispuesto y optimista. Vio todo lo que hacía como preparación para el día cuando llegara a ser socio de Edison en una nueva empresa.

Llegó el día en que Edison le presentó a su personal de ventas su invención del dictáfono Edison. No creían que se vendería. Sin embargo, ¡Barnes vio esta máquina de apariencia extraña como su oportunidad! Se dirigió a Edison, anunciándole que le gustaría vender el dictáfono. Puesto que nadie más demostró entusiasmo alguno por él, Edison le dio la oportunidad al joven. Le concedió un contrato exclusivo para distribuir y promover la máquina de oficina por los Estados Unidos. Edwin Barnes tuvo éxito en alcanzar su meta de trabajar con el gran inventor, y al mismo tiempo lograr su meta de tener éxito en los negocios.

¿Tienes una meta en mente o en tu corazón hoy?

Puedes estar seguro de que la alcanzarás mientras sirves a otros y los ayudas a alcanzar sus propias metas. La ayuda que le ofreces a un miembro de la familia, a un vecino, a un compañero de trabajo o a tu jefe hoy regresará a ti en éxitos mañana.

Tal vez la oportunidad te llegue hoy disfrazada de mala suerte, derrota, rechazo o fracaso. Mira más allá de los problemas para considerar las posibilidades. En fe, ayuda a una persona a superar sus dificultades y te sorprenderás por las cosas buenas que Dios envía a tu camino.

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